¿Cómo sería formar parte de una congregación de cristianos en el primer siglo cuando llegara una carta de Pablo el apóstol? Seguramente sería recibida con mucha expectación. Traería cosas importantes. Lea algunas de ellas.
“Pablo, apóstol de Jesucristo por la voluntad de Dios; a los santos y fieles en Cristo Jesús que están en Éfeso” Efesios 1:1
¿Cómo habría sido la experiencia de los cristianos del primer siglo cuando uno de los ancianos anunciara que una carta había llegado de Pablo el apóstol? Con gran expectación cada uno pondría oído para no perder ninguna noticia o enseñanza que traería. Si hubiéramos estado en la ciudad de Éfeso sabríamos que nuestro hermano Pablo estaba encarcelado en Roma sin permiso de visitar personalmente a las iglesias que él mismo había dejado plantadas en diferentes partes. Así que una comunicación por carta sería muy bienvenida ya que en persona no podía estar.
Al comenzar la lectura aprendemos varias verdades escuchando la primera frase. Pablo establece que es un enviado de parte de Jesucristo y por lo tanto lo que va a decir tiene mucha importancia. Su apostolado no fue una decisión de él como quien escoje una profesión, sino que es apóstol por la voluntad de Dios. Este hecho reviste la carta de cierta autoridad para instruir a una congregación de creyentes en Cristo. Pablo se dirige a los efesios y a nosotros como “santos y fieles en Cristo Jesús”. Aprendemos que Dios nos ha separado para servirle y así reflejar moralmente su santidad. Ser fiel requiere cuidado y puntualidad en cumplir nuestro servicio como si fuera un sacrificio para su gloria. Estos son dos aspectos de la salvación que nos dio cuando creímos en Cristo. Nos separó del mundo bajo condenación (1) y espera que respondamos con fidelidad a su voluntad (2).
Geográficamente los hermanos estaban en Éfeso, pero espiritualmente Dios los veía en Cristo Jesús. ¿Dónde está el Señor Jesús? Está en el cielo. Está glorificado en la presencia de Dios y cuando nos salvó por su gracia, “nos hizo aceptos en el Amado” (Efesios 1:6). Su gracia es la base de todos sus tratos con nosotros. Estar en Cristo Jesús o, como dice el verso 6, “en el Amado”, indica la esfera donde Dios nos recibe. Nos acepta en el Hijo y toda bendición celestial viene por medio de Él. Los efesios antaño y nosotros hoy somos privilegiados. La carta de Pablo sirve para hacernos alegrar y apreciar la gracia de Dios en Cristo Jesús.–daj