¿Cómo sería catalogada la vida suya? ¿Fructífero y útil? O, ¿inútil y poco productivo? Lea de las dos clases de individuos en el Salmo uno.
“Será como árbol plantado junto a corrientes de aguas, Que da su fruto en su tiempo, Y su hoja no cae; Y todo lo que hace, prosperará” Salmo 1:3

El salmo 1 se divide en dos partes de tres versos en cada sección. Presenta un contraste entre el hombre piadoso y el hombre inicuo. El primero se deleita en la ley de Jehová y el fruto en su vida beneficia a otros. El segundo hombre prefiere la maldad y está descrito como la paja que arrebata el viento. No hay semilla que produzca fruto en la vida del hombre malo. El primer hombre es “bienaventurado” (v.1), pues en la Palabra de Dios halla la fortaleza que necesita para vivir. Su estilo de vida se basa en la verdad bíblica la cual le reporta protección de los elementos nocivos a su alrededor. El malo no vive según esta regla. No solamente pierde felicidad en la vida actual sino también en el porvenir será juzgado.

El hombre piadoso es “como árbol plantado junto a corrientes de aguas” (v.3). Mantiene sus raíces cerca de la humedad que viene del agua viva a fin de que haya fruto en su tiempo. No será como la higuera mencionada por Jesús que por tres años no produjo fruto y por eso inutilizaba la tierra. Todo árbol es cuidado para que dé fruto y el fruto que Dios busca en la vida de sus hijos es amor para con el prójimo y la generosidad para ayudar a los necesitados. El fruto del corazón se ve en la prontitud de acudir en ayuda. Así es el hombre caritativo para que Dios lo use a fin de socorrer a otros. El piadoso “da su fruto en su tiempo”.

Las hojas dan evidencia de la vida presente en el árbol. Cuando las hojas están amarillentas y secas y caen, el árbol ha perdido su integridad. El hombre piadoso se mantiene en buen estado espiritual. Su entendimiento de los tiempos y su conocimiento de saber cómo aplicar los principios bíblicos a la vida resultan en una vida próspera. El hombre piadoso abunda en buenas obras. La prosperidad se mide en cuánta gloria Dios recibe por cualquier servicio rendido en su nombre. La madurez espiritual, la disposición para servir y ser utilizado por Dios para enriquecer la vida de otros, son formas de medir la prosperidad. Las delicias del mundo son transitorias y de ellas se preocupa el hombre malo. El último verso resume todo, “Porque Jehová conoce el camino de los justos; Mas la senda de los malos perecerá”. –daj

 

Lectura Diaria:
Exodo 4:1-31 [leer]
/Salmos 34:1-22 [leer]
/Hechos 1:1-26 [leer]