Conozco varias casas cuyos moradores son tan acogedores no importando la hora del día que se llegue a visitarles. Están siempre en orden.Hay otra casa que debe estar siempre en orden. ¿Acaso la suya es así? Lea para saber
“¿Ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros?” 1 Corintios 6:19.
Una dueña de casa ordenaba el living cuando su hija de tres años preguntó quién venía a visitarles. Quizás basándose en lo que había visto en otras oportunidades cuando iban a recibir visitas, la madre se preocupaba de ordenar y guardar objetos que de otra manera estarían desparramados por doquier. Sin embargo en esta ocasión nadie venía, solamente la madre quería arreglar la casa porque el desorden le molestaba. El living desordenado no era una escena agradable con tantas cosas tiradas por ahí. Creo que muchos se identifican con esta mujer y su necesidad de atender la casa. Pero, ¿qué de nuestra casa espiritual? ¿Acaso la vida nuestra requiere un ordenamiento para que no pasáramos vergüenza si el Señor nos enviara una visita para ser atendida?
El texto de cabecera destaca que el Espíritu Santo está residente en nuestro cuerpo transformándolo en templo suyo. A través de Él, podemos ser usados para la gloria de Dios. Jesús enseñó que el Espíritu Santo está en el creyente y es la fuente de refrigerio para otros; “El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva” Juan 7:38. La casa espiritual requiere un mantenimiento prolijo para que sea realmente una casa digna del Señor y utilizable por Dios. La casa física en que vivimos necesita atención y de igual manera la casa espiritual pide cuidado constante. Es un reflejo del carácter de quien vive allí. ¿Acaso Ud. ha descuidado su casa espiritual?
La casa o la vida espiritual del hijo o de la hija de Dios debe ser un espacio sagrado donde todos los objetos están en su lugar. Estos objetos son el amor, la devoción, y el deseo de servir, todos “a la mano” para ser usados en cualquier momento. ¿Cómo podemos conseguir que nuestra casa espiritual esté ordenada? Requiere tiempo de mirar al Señor y meditar en su Palabra para luego actuar en nombre de Él. Posiblemente sea necesario perdonar, o que esté dispuesto a responder ante una necesidad de otro. Hay que ordenar la casa y poner los “muebles” en su lugar. Es tener una casa llena de luz y dulzura en donde el Señor Jesús se sentiría a gusto. Desatender la casa espiritual tendrá el efecto de desalentar el alma y deprimir el espíritu. El Espíritu Santo vive en el creyente y desea ayudarnos a mantener la casa espiritual en óptimas condiciones. “Dad gracias en todo, porque ésta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús. No apaguéis al Espíritu” 1 Tesalonicenses 5:18-19. –daj