Lacedemonia o Laconia era una región de la antigua Grecia cuya capital era Esparta. Esta era una de las polis -ciudades- griegas más importantes junto con Atenas. Con esta ciudad mantuvo muchas guerras pero es más famosa por su confrontación contra el imperio persa de Jerjes I, cuando lideró bajo el mando de Leónidas una alianza de polis griegas en la llamada Segunda Guerra Médica. Veamos el mensaje que nos deja estos eventos.
“Por tanto, tomad toda la armadura de Dios” Efesios 6:13
La batalla más famosa ocurrió en el paso de Las Termópilas y duró tres días. En esa región posteriormente se encontraron numerosas puntas de flechas persas y otros restos como grebas espartanas. La geografía ha cambiado y el paso que originalmente tenía doce metros de ancho ahora tiene poco más de cien. En 1955, a un kilómetro de este lugar se edificó un monumento que tiene inscrita la célebre la frase de Leónidas, llamada laconismo: ΜΟΛΩΝ ΛΑΒΕ (Molon labe, en español “Ven y tómalas”), que fue su respuesta a los persas cuando estos le pidieron que depusiera sus armas antes de la batalla de las Termópilas. Los espartanos no depondrían sus armas ante cualquier amenaza; la valentía y la lealtad eran parte de su formación y habían llegado a formar parte de sus vidas.
Resulta curioso ahora que muchos llamados cristianos el día de hoy “deponen las armas”, es decir, renuncian a las convicciones más fundamentales de la fe frente a la adversidad o a la prueba. Tal vez nunca fueron convicciones, después de todo. El escritor bíblico exhorta precisamente en la dirección contraria: “retengamos nuestra profesión” (Hebreos 4:14), o “retengamos lo que profesamos”, o “retengamos nuestra confesión”, como dicen otras traducciones. El llamado, a diferencia de los espartanos que basaban sus probabilidades de éxito en su fuerza militar y la estrategia, es que los creyentes podemos vencer con gracia, no con espada. Así invita el pasaje un poco más adelante al llamarnos a acercarnos “confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro” (Hebreos 4:16). Es una asistencia que viene del cielo, no de naturaleza humana pues también está escrito: “Maldito el varón que confía en el hombre” (Jeremías 17:5). También está ya escrito no en un monumento, sino en la Palabra de Dios: “No con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu, ha dicho Jehová de los ejércitos” (Zacarías 4:6). Los cristianos no hemos de deponer las armas frente al enemigo si contamos con la gracia y el socorro oportuno, si estamos según la dirección del Espíritu.
¿Hay acaso inquietud en algún creyente? Siempre habrá situaciones difíciles y desalentadoras. Acérquese, no deponga las armas, antes debe vestirse pero de otra armadura, una que no se oxida ni se deteriora con el paso del tiempo (Leer Efesios 6:13-18)
“Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes” (Efesios 6:13)
“¡Entreguen sus armas!” dijo el emisario persa instando a los espartanos a deponerlas. “Ven y tómalas” respondió Leónidas, dando a entender que estaban dispuestos -como sucedió- a luchar hasta el final por sus convicciones, por sus familias y por sus dioses, si bien falsos. El ejemplo y llamado para todos nosotros es muy pertinente: “retengamos nuestra confesión”. —rc
(Continúa)
Lectura Diaria: | ||
1 Cronicas 21 [leer]
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/Ezequiel 20:1-44 [leer]
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/Juan 7:12-30 [leer]
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