En los cumpleaños de los hijos mayores, los que se han ido de la casa, hay padres que se ponen muy nostálgicos y se toman el tiempo de escribir sus pensamientos a estos chicos de ayer. Un padre escribió a su hijo cuando estaba a punto de cumplir los 24 años de edad. Miremos parte de esta carta.

“Oye, hijo mío, la instrucción de tu padre, Y no desprecies la dirección de tu madre” Proverbios 1:8

El joven se hallaba lejos de su ciudad natal, la cual recordaba con mucho cariño. El padre supo que añoraba dormir en la única casa que conoció durante su niñez y juventud. Quería caminar por las calles que transitó para lanzarse en bicicleta, pero el sueño era imposible de realizar, por diferentes motivos. Por esa razón el papá quiso enviarle una carta empapada de amor paternal. Transcribimos parte de ella:

“Querido Hijo: en estos días cuando estás por marcar en el calendario otro año de vida, tú has estado mucho en mi corazón. Me pregunto, ¿Y adonde se fueron los años? ¿Cómo es que pasaron tan rápidamente? Pasaste de ser un niño a un adolescente, y de la adolescencia a ser un adulto. ¿Qué pasa con mi memoria? Desde el día de su nacimiento hasta la fecha, me parece un lapso cortísimo de tiempo. Me acuerdo de cuando te trajimos delhospital. Tan chico eras, frágil, perfecto, y los piececitos tan pequeños. Pero a través de los años has crecido, pies y todo, y ahora eres más alto que yo. Dios te ha dado una mente buena y un cuerpo fuerte. Pienso en lo que dijo el Rey David, cuando contempló la maravilla del cuerpo humano: “Formidable, maravillosas son tus obras; Estoy maravillado” (Salmo 139:14)”.

“Tu mamá y yo no teníamos mucha preparación para ser padres. Claro, ya habían nacido tus tres hermanas, pero de todos modos, fue una aventura. Te queríamos mucho y nuestro único objeto fue criarte como a Dios le agradaría. Desde un principio, te vimos como un encargo enviado desde el cielo. Durante los años, hemos orado mucho por ti. Sobre todo, cuando eras niño, pedimos a Dios que llegaras a conocerle a Él y a confiar en Cristo como tu Salvador. ¡Qué lindo fue aquel día cuando pusiste tu fe en Cristo Jesús! Tenías apenas siete años cuando te convertiste. Parecía temprano para tomar una determinación tan importante, pero tú persististe. Entendías de qué se trataba la vida cristiana. No quisimos nunca contristar el Espíritu Santo de obrar en tu corazón y en tu vida, y los años ahora han probado la sabiduría del Señor, que dijo “Dejad a los niños venir a mí, y no se lo impidáis, porque de los tales es el reino de Dios.” (Marcos 10:14). Ya que aceptamos tu profesión de fe como una realidad, pudimos comunicarnos en un nivel espiritual, y gracias por el respeto mostrado hacia tu mamá y hacia mí”.

“Ha sido siempre nuestro afán que la vida en el hogar y los valores cristianos fuesen como una enseñanza entregada que te ayudarían en el camino de la vida. Tratamos siempre de vivir ante ti la vida cristiana, esperando que vieras el valor de ella. Ha habido fracasos, pero nunca perdimos interés en ti, y por tu parte nos enseñaste a tu mamá y a mí muchas lecciones importantes. Quizás la mayor de todas es el gozo que nosotros como hijos de Dios podemos dar a nuestro Padre Celestial cuando le obedecemos. Muchas veces lo experimentamos contigo. Pero también nos enseñaste todo lo contrario. Causamos dolor al corazón de nuestro Padre Celestial cuando desobedecemos su Palabra, porque hubo ocasiones que tú nos causaste dolor también. Te agradezco hijo por las cosas que me enseñaste cuando me hiciste aclarar ciertos principios bíblicos referentes a la vida, o cuando pedías pruebas por ciertas cosas que escuchabas en las predicaciones. También gracias por hacerme ver ciertas diferencias en una cultura cambiante. Ahí pudimos ver que la verdad nunca cambia, pero su enfoque cambia de una generación a otra. Y ¿qué de la música? ¿Te acuerdas cuando apagabas el tocadiscos porque sabías que el ritmo no era de mi agrado? Gracias por conversar sobre la música contemporánea y creo que pude ayudarte a ver que no toda la música es apta para usar en la adoración a Dios, y tampoco apta para ser escuchada. Me parece que llegamos a entender la distinción entre entretener a la carne y alabar a Dios en el Espíritu. Algunos cambios pueden ser buenos, pero no todos los cambios son buenos. Dios ha llamado a su pueblo a ser diferente del mundo, un pueblo apartado y distinto del mundo. Dios quiere que tengamos la valentía para resistir las corrientes sucias mientras nadamos en el mar de la vida. Como Pedro dijo: “Puesto que todas estas cosas han de ser deshechas, ¡cómo no debéis vosotros andar en santa y piadosa manera de vivir! 2 Pedro 3:11. El Señor te bendiga, hijo mío, en este nuevo año”. —daj

Lectura Diaria:
1 Cronicas 29 [leer]
/Ezequiel 26 [leer]
/Juan 9:18-41 [leer]