En Juan 18 se nos relata el juicio al cual Pilato somete a Jesús. En sus respuestas, el Hijo de Dios deja muy claro que tanto él como los suyos no pertenecen a este mundo.

“Mi reino no es de este mundo” Juan 18:36

En los versos 36 y 37 Jesús testifica con claridad algo que muchos no comprenden aun el día de hoy. En sus palabras nos habla de su reino, sus seguidores, su misión, y su voz. Su reino y todo lo que incluye su dominio y señorío no está asociado con las entidades ni las formas terrenales. Su reino existe en la dimensión espiritual y tomará el control de todos los otros reinos en el futuro:

“El séptimo ángel tocó la trompeta, y hubo grandes voces en el cielo, que decían: Los reinos del mundo han venido a ser de nuestro Señor y de su Cristo; y él reinará por los siglos de los siglos” Apocalipsis 11:15

Luego, sus seguidores no han de usar las herramientas de este mundo, porque no son de acá. Sería un contrasentido. Lejos está entonces el pretender prerrogativas de orden político y financiero para la iglesia, pues su dueño y Señor declaró expresamente que su reino no pertenece al ámbito terrestre. Su venida y misión fue dar testimonio de la verdad. Es posible conocer la verdad, existe la verdad, existe una verdad. El referente o el do mayor de la vida es posible de conocer, pues existe. Tal como con otras realidades espirituales, la verdad no es una entidad etérea ni evanescente o inasible. La verdad es una persona, la misma persona del Hijo de Dios al cual sus seguidores se sienten atraídos y que han sido hechos cercanos por su gracia y adopción. Su voz es conocida de los suyos, tal como las ovejas conocen la voz del pastor, los seguidores del Cristo conocen la voz de su Pastor.

Pilato no entiende ni quiere entender. “¿Qué es la verdad?” pregunta retóricamente sin esperar respuesta, como asumiendo que no es posible capturarla. “Todo aquel que es de la verdad, oye mi voz” (v. 37). Pilato no escucha la voz del Rey, luego no es de la verdad, no es de sus seguidores, no es de su reino. Los judíos erróneamente acusaban a Jesús de procurar establecer un reino terrenal, y por tanto de atentar contra la autoridad de César, pero Su reino no representaba una amenaza contra la identidad nacional de Israel ni contra la identidad política y militar de Roma. De la misma manera, el día de hoy intentar mezclar el reino de Dios “y de su Cristo” con los reinos del mundo es un serio error, un error fatal.

¿Eres del reino que no es de este mundo?… cuidado. Sus súbditos oyen su voz, son de la verdad, reconocen y honran a quien es la verdad. –rc

(Continúa)

Lectura Diaria:
2 Cronicas 1-2 [leer]
/Ezequiel 27 [leer]
/Juan 10:1-18 [leer]