Cuando mis hijos eran de corta edad me gozaba de sus travesuras y salidas infantiles. Nos reímos mucho de lo que ellos hacían y decían, pero ya llegados a una edad madura no siguieron en lo mismo. Lo que causaba risa en la inmadurez puede causar disgusto cuando se ha crecido. Lea lo que Dios espera de sus hijos maduros.
“Hermanos, no seáis niños en el modo de pensar, sino sed niños en la malicia, pero maduros en el modo de pensar.” 1 Corintios 14:20.

El profeta Ezequiel fue avisado de parte de Dios de la deplorable situación de la tierra y el pueblo en ella. Había colusión de profetas para aprovecharse de la gente. Los sacerdotes violaban la ley y contaminaron los santuarios. Pareciera que lo mismo se puede decir de nuestros días porque “entre lo santo y lo profano no hicieron diferencia, ni distinguieron entre inmundo y limpio; y de mis días de reposo apartaron sus ojos, y yo he sido profanado en medio de ellos” (Ezequiel 22:26). Los príncipes destruían las almas “para obtener ganancias injustas” (v.27). La nación carecía de personas inteligentes y de hombres maduros para guiar. Dijo Dios: “Busqué entre ellos hombre que hiciese vallado y que se pusiese en la brecha delante de mí, a favor de la tierra, para que yo no la destruyese; y NO LO HALLÉ” (v.30). Viene al caso para aquel tiempo y también para hoy la exhortación de Proverbios 4:7: “Sabiduría ante todo; adquiere sabiduría; Y sobre todas tus posesiones adquiere inteligencia”. Es importante que la inteligencia adquirida sea basada en la Biblia, la revelación de Dios.

Cuando Pablo escribió a los Efesios animó a los creyentes a no imitar a los hombres mundanos “que andan en la vanidad de su mente” (Efesios 4:17). El problema de ellos es el problema de toda persona no regenerada, tienen “el entendimiento entenebrecido, ajenos de la vida de Dios por la ignorancia que en ellos hay, por la dureza de su corazón” (v.18). Los que han confiado en Cristo tienen otra sensibilidad. Ellos tienen otra “escuela” donde han entendido que el mundo está lleno de pecado y hay prácticas opuestas a la voluntad de Dios. “Vosotros no habéis aprendido así a Cristo” (v.20), y por esto hay en los hijos de Dios otro nivel de vida, que busca glorificar a Dios. El Espíritu de verdad vino al mundo expresamente para guiar “a toda la verdad;… y os hará saber las cosas que habrán de venir” (Juan 16:13).

En el texto de cabecera Pablo llama a los cristianos en Corinto a ser maduros en su entendimiento. De los estudiantes adolescentes que se gradúan de la enseñanza superior no esperamos ver reacciones infantiles ni escuchar de ellos explicaciones como ofrecen los niños pequeños. Es una deshonra a Dios Padre cuando sus hijos no maduran en su vida espiritual. El que escribió la carta a los Hebreos deploraba la condición de los destinatarios, “porque debiendo ser ya maestros, después de tanto tiempo, tenéis necesidad de que se os vuelva a enseñar cuáles son los primeros rudimentos de las palabras de Dios” (Hebreos 5:12). Es como si se hubieran quedado tomando leche y no comiendo alimento sólido. La madurez permite tener los “sentidos ejercitados en el discernimiento del bien y del mal” (v.14). ¿Cuál debe ser el deseo de cada cristiano? Debe reconocer que es tiempo de madurar para poder entender la verdad y hablar bien de su Señor y Salvador. –daj

Lectura Diaria:
1 Cronicas 24-25 [leer]
/Ezequiel 22 [leer]
/Juan 8:12-30 [leer]