“Mis hijos andan en la verdad” 3ra Juan 1:4

Los hijos del pueblo del pacto, a saber Israel en la antiguedad, los cristianos en el tiempo actual, deben ser veraces, y respetarse también unos a otros. No cabe considerar nada sino hablar verdad cada uno con su hermano. La criatura de Dios lleva la imagen de Dios, y como tal también merece siempre ser honrado con la verdad, no tanto por su dignidad intrínseca –como veíamos con relación a la vida– sino por la dignidad de su Dios creador.

El pueblo de Dios ha de reconocer la verdad de una manera que los inconversos no pueden. El Espíritu de verdad, que Jesús pidió al Padre enviase a los suyos, “os guiará a toda la verdad”, que últimamente se encuentra en el Hijo, quien es la verdad (Juan 14:6). La verdad entonces comienza y termina en el Hijo de Dios. Por su gracia, hemos conocido la verdad y al que es verdadero. El cristiano está capacitado para reconocer la verdad, y sus manifestaciones. El inconverso no tiene esta brújula.  De la misma manera, un cristiano que se aleja del Señor tropezará, perderá su sintonía fina o percepción acerca de las cosas de Dios y de Su voluntad, y se comportará más parecido a los hijos del padre de mentira (Juan 8:44).

El cristiano debe hablar verdad y debe discernir la verdad de la mentira. En este mundo dominado por la mentira algunas veces un creyente verdadero tendrá dudas respecto de algo, de la voluntad de Dios para alguna situación. ¿Es correcto? ¿Es cierto? ¿Es la voluntad de Dios? ¿Es verdad? El autor Max Lucado escribe acerca del camino que un cristiano debe seguir para dirimir estas preguntas: primero, internamente Dios provee la convicción, esto es por el Espíritu que guía a toda la verdad; segundo, dice Lucado: “usted tiene una Biblia, léala”. Habrá una conducción a través de la lectura bíblica, de la meditación, de un proceso de pensamiento y reflexión, la historia bíblica tomará sentido en su realidad individual, sus convicciones se asentarán, el Señor guiará; tercero, “usted tiene una familia de fe, consúltela”. Consulte con buenos hermanos, sabios, conocedores de la Escritura, vencedores en muchas batallas por la gracia de Dios. Estos son buenos consejos. Que podamos hablar siempre verdad, dar el testimonio verdadero acerca de nuestro Dios, reconocer la verdad y seguir la verdad. –rc

Lectura Diaria:
Levitico 3:1-17 [leer]
/Salmos 102:1-28 [leer]
/Hechos 26:1-18 [leer]