La idea de ser amada hasta el fin puede ser reconfortante a cualquier persona. Pero al parar mientes en forma especial como fue practicado en el caso del Señor Jesús, es sorprendente y destaca el enorme amor que tiene el Señor hacia los suyos. Pablo deseaba que nosotros conociéramos este amor, aunque al mismo tiempo reconoce “que excede a todo conocimiento” Efesios 3:19.
“Sabiendo Jesús que su hora había llegado para que pasase de este mundo al Padre, como había amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el fin” Juan 13:1.
Los capítulos 1 al 12 del evangelio de Juan cubren algunas actividades del Señor Jesús durante más de tres años de su servicio público. Los capítulos 13 al 17 cubren sus actividades durante las horas previas a dar su vida en la cruz de la Calavera. Los cinco capítulos están llenos de enseñanza, sean doctrinas a aprender, ejemplos a seguir, o virtudes del Señor Jesús que nos hacen admirarle y adorarle. Es notable que Juan anuncie que la “hora” para su muerte, prefijada en la eternidad, “había llegado”. No dijo que iba a morir, sino iba a pasar “de este mundo al Padre” Juan 13:1. Tendría que pasar por la muerte por cierto pero su muerte, sepultura y resurrección eran hitos en el camino de su trayecto de pasar de este mundo al Padre.
Se destaca que a pesar de todo lo que tenía que sufrir como la incomprensión de los suyos, el odio de sus opositores, y la deslealtad de un apóstol como Pedro, no mermó su amor para con los suyos; “como había amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el fin” v.1. Dio pruebas de este amor no obstante los vaivenes de sus discípulos. El lavado a los pies fue un servicio amoroso de un maestro hacia sus alumnos. Siguió amando a Juan, Jacobo y Pedro aunque se quedaron dormidos en el huerto de Getsemaní después de ser requeridos “quedaos aquí, y velad conmigo” Mateo 26:38. La tercera vez cuando volvió adonde ellos, les dejó durmiendo y solamente cuando la turba guiada por Judas Iscariote se acercaba, Jesús les despertó. Jesús siempre amaba a los suyos.
Se ve que Jesús continuó amando a los suyos en el momento de ser arrestado. Dijo a los soldados “os he dicho que yo soy; pues si me buscáis a mí, dejad ir a éstos” Juan 18:8. Los discípulos se escaparon de ser arrestados porque Jesús intervino a favor de ellos. Seguramente fue por su amor. Lo insólito del caso es que Jesús el buscado y arrestado tiene todo bajo su control soberano. Cuando Pedro negó al Señor por tercera vez y el gallo cantó, desde el patio de la casa del sumo sacerdote Pedro miró adentro donde Jesús era burlado. Halló que “vuelto el Señor, miró a Pedro; y Pedro se acordó de la palabra del Señor,… Y Pedro, saliendo fuera, lloró amargamente” Lucas 22:61-62. ¿Fue una mirada amorosa? A pesar de estar colgado en la cruz, el amor del Señor para con los suyos se mantuvo intacto. Actuando como el hijo mayor, hizo provisión para el cuidado de su madre, encomendándole a Juan el apóstol. Estos detalles son reconfortantes para quienes amamos a nuestro Señor y Salvador. Suministran paz y tranquilidad al corazón. Todos hemos experimentado aquel amor a pesar de los “bajones” nuestros. “Si fuéremos infieles, ÉL PERMANECE FIEL; Él no puede negarse a sí mismo” 2 Timoteo 2:13. ¡Qué grata noticia para nosotros! –daj
Lectura Diaria: | ||
2 Cronicas 20 [leer]
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/Ezequiel 39 [leer]
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/Juan 16:16-33 [leer]
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