“Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios” Mateo 5:9

Hay un aspecto fundamental que es necesario comprender con respecto al significado de la palabra paz: Paz no es la ausencia de conflicto, discusión  o guerra. La paz no se define en función una ausencia sino más bien de la presencia activa y expansiva del bien, quietud y solaz de parte de Dios entre aquellos que comparten la fe de Cristo. De hecho, la hebrea “Shalom” significa bienestar, y tiene el sentido de estar bien con Dios y con los demás. También es importante tener en cuenta que paz está muy lejos de una falsa pacificación  que sería posible lograr al evadir un conflicto o situación. Dios no hizo la paz con el hombre evadiendo el asunto del pecado sino que enfrentándolo y pagando por el en la cruz. El ser humano, con el fin de mantener muchas veces un precario equilibrio en las relaciones interpersonales, ignora o evita confrontar la injusticia, el pecado, el mal. Aun muchos llamados cristianos prefieren buscar acuerdos en vez de rechazar y denunciar categóricamente el pecado, la inmoralidad, las falsas doctrinas, las herejías. Tengamos siempre presente que la paz de Dios es pura y santa como nos lo da a entender Santiago 3:17: “Pero la sabiduría que es de lo alto es primeramente pura, después pacífica”. Entonces, no es paz la calma que se produce cuando se compromete la verdad evitando confrontar el pecado y el error, evitando la reprensión. Eso es tranquilidad superficial. En ese sentido el Señor Jesús no deja lugar a dudas pues cuando se trata de luchar por la verdad y por el reino de Dios, y decidirse a seguirlo a él lo deja muy claro: “No penséis que he venido para traer paz a la tierra; no he venido para traer paz, sino espada” (Mateo 10:34).

Dios nos enseña que la paz que conquista el error confronta el pecado y como resultado de eso produce paz verdadera. Nos demuestra que la paz nunca es el precio por el pecado, que la paz llegará cuando el error haya sido confrontado, el pecado denunciado y la justicia de Dios vindicada. Aquí nos damos cuenta que el trabajo pacificador del Padre a través de la cruz de su Hijo es el fundamento en el cual descansa nuestra paz y nuestra capacidad de ser pacificadores. Efesios 2:13-18 nos dice que Dios nos reconcilia a sí mismo a través de la sangre de Cristo. Entonces somos capaces de reconciliarnos con otros. Sin embargo, los cristianos no hemos de abandonar la verdad, la doctrina, nuestras convicciones ni principios para sostener una tranquilidad falsa y transitoria pues la  verdadera paz viene cuando todos estamos de acuerdo en cuanto a la verdad de Dios. Tristemente, en muchos círculos llamados cristianos se hace caso omiso del pecado y la liviandad: “Curan la herida de mi pueblo con liviandad, diciendo: Paz, paz; y no hay paz” (Jeremías 6:14).

El cristiano que entra en conflicto por la verdad y que denuncia la herejía, el error y el pecado no es un divisionista, es un verdadero pacificador de parte de Dios, pues promueve la única paz que Dios reconoce (Lucas 12:51). El mundo funciona al revés y busca los consensos, transando muchas veces principios y valores. Jesús, al contrario, no fue así. El más grande pacificador fue crucificado, al igual que los profetas de la antigüedad, y así también los discípulos de Cristo. Entonces, hemos aprendido que los verdaderos pacificadores son quienes no toleran el statu quo si es que éste deshonra a Dios. El verdadero pacificador trae la luz al conflicto y busca resolverlo con la justicia y la verdad “Y el fruto de justicia se siembra en paz por aquellos que hacen la paz” Santiago. 3:18 y al hacer de esta manera son verdaderos discípulos de Cristo. Examinémonos a nosotros mismos, examínate a la luz de la palabra de Dios.  Si tienes conflictos con otros asegúrate primero de haber tratado con tu propio pecado delante de Dios, examinado tu corazón y haber buscado su perdón creyendo en el Príncipe de Paz (Isaías 9:6). Entonces estaremos preparados para buscar la reconciliación con otros pues la paz debe ser primero vertical antes de ser horizontal. rc

 

Lectura Diaria:
Génesis 3:1-24 [leer]
/Job 4:1-5:27 [leer]
/Mateo 3:1-17 [leer]