“Dios nos ha dado vida eterna, y esta vida está en su Hijo” 1 Juan 5: 11
El evangelio de Juan es un libro que nos muestra la esencia del evangelio, lo que Dios quiere que sepamos sin entrar en tanto detalle humano. Nos da una visión marcada permanentemente por la trascendencia del Hijo de Dios, a quien parte llamando el verbo (Juan 1:1). El primer versículo nos lleva a la eternidad pasada, al principio del principio. Ya en ese tiempo, si podemos ocupar la expresión, se nos dice “era el verbo”. Antes de toda la creación, era el verbo. Más allá de lo que podemos alcanzar o imaginar, era el verbo. Aquí no se insinúa que el verbo haya sido una influencia vaga o un atributo de la divinidad, sino que se circunscribe a que era una persona, y lo expresa claramente cuando dice “y el verbo era con Dios” y denota su divinidad cuando dice “y el verbo era Dios” (Juan 1:1).
Aquí está Dios revelándonos cosas que no tendríamos naturalmente cómo saber. Nos está revelando la preexistencia de Cristo, su verdadera naturaleza. El es Dios, el era Dios. Muchos hablan bien de la persona de Jesucristo y de sus enseñanzas, mas a él lo tienen como un mero hombre. Fijémonos en los detalles que añade el pasaje: “Todas las cosas fueron hechas por medio de él, y sin él nada de lo que ha sido hecho fue hecho” (v. 3). Pablo también escribe: “porque en él fueron creadas todas las cosas que están en los cielos y en la tierra, visibles e invisibles, sean tronos, dominios, principados o autoridades. Todo fue creado por medio de él y para él. El es antes de todas las cosas, y todas las cosas en él subsisten” (Colosenses 1:16). Y por si hubiera alguna duda respecto de a quién se refiere este título, El Verbo, en el versículo 14 encontramos la respuesta: “Y aquel Verbo fue hecho carne y habitó entre nosotros… lleno de gracia y de verdad” (Juan 1:14). El verbo es Jesús.
De esta manera Dios nos habla de la encarnación de su Hijo y nos lleva al pesebre. Recién nacido era el Eterno Hijo, quien era en el principio y por quien fueron hechas todas las cosas. “En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres” (v. 4). Preciosas palabras, mostrándonos que la vida misma estaba en él. Una vez Jesús dijo: “Yo he venido para que tengan vida”, y “El que oye mi palabra… tiene vida eterna” (Juan 10:10, 5:24). La vida es el propósito de la venida del verbo. A fin de hacernos partícipes de esa vida gloriosa, el abandonó la gloria y se hizo carne, porque la vida está en el Hijo de Dios (Juan 5:11). ¿Tiene el lector la vida eterna? Esta se obtiene por la fe, al creer en Cristo como el salvador de los pecadores, al confiar en lo que él hizo en la cruz. El verbo de Dios también puede ser su salvador y redentor. Crea en él. rc
Lectura Diaria: | ||
Génesis 32:1-33:17 [leer]
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/Salmos 1:1-3:8 [leer]
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/Mateo 18:15-35 [leer]
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