Continuamos enumerando algunos errores comunes en que podemos incurrir al estudiar la Palabra de Dios.
Cuarto, ignorar el contexto histórico. Suena obvio pero a veces lo pasamos por alto. Cada libro de la Biblia fue escrito por un individuo específico, a un grupo específico de personas, de una cultura determinada, en un momento determinado y con un propósito definido. Si ignoramos esos detalles probablemente malinterpretaremos mucho de lo que leemos. En buenas traducciones hay introducciones a cada libro que presentan el contexto histórico, los temas principales y los retos de interpretación de cada libro.
Quinto. Asumir definiciones modernas para palabras bíblicas o, lo que es finalmente lo mismo, utilizar versiones modernas simplificadas para el texto bíblico. Muy pocas palabras del griego o hebreo tienen un equivalente en el español. Hay algunas transliteraciones como la palabra “evangelio”, del griego euangelus, que significa “mensaje de bien”, o “buena noticia”. Para la mayoría de las otras palabras tenemos que recordar que la palabra escogida por un traductor puede no significar exactamente la misma cosa según la palabra original. Aquí surge uno de los riesgos más delicados con el cual los traductores han lidiado por décadas, pues la traducción literal palabra-por-palabra (recurso denominado hipérbaton) genera textos áridos, con gramática forzada y significado complejo. Entonces, el traductor debe dar el sentido de la palabra en la oración original (traducción textual), sin caer en la interpretación del texto (traducción con equivalencia dinámica).
Estas versiones con equivalencia dinámica (ejemplo es la Nueva Versión Internacional) son mucho más amigables, obviamente, pero contienen interpretaciones de los traductores “a lo que el autor debe haber querido decir”. Es decir, en vez de dejar que el Espíritu Santo tome las palabras traducidas textualmente y las aplique al lector sincero, un grupo de seres humanos interpreta el texto y entrega un producto parecido al original, ya procesado. Ese es el riesgo de utilizar traducciones de equivalencia dinámica.
Veamos un ejemplo en Proverbios 18:22. La NVI dice “Quien halla esposa halla la felicidad”. El significado es claro, fácil de comprender y concreto en su sentido. Sin embargo, la palabra traducida como “felicidad” en el arameo original es [טוֹב ṭôb], que significa algo de valor, un bien, prosperidad, felicidad, abundancia, algo hermoso. Evidentemente el significado de hallar esposa es mucho más amplio que lo que significa la palabra felicidad, y la traducción dinámica restringe severamente el significado del texto bíblico original. La versión “El que halla esposa halla el bien” de la RV1960 es evidentemente mucho más acertada. Esto ocurre en muchos otros versículos.
Entonces, por un lado, las traducciones de equivalencia dinámica muchas veces aclaran el sentido del texto, pero por el otro restringen el texto bíblico a una interpretación hecha por seres humanos. Son más bien útiles como 2ª o 3ª Biblia.-rc
Lectura Diaria: | ||
Génesis 1:1-2:3 [leer]
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/Job 1:1-2:10 [leer]
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/Mateo 1:1-25 [leer]
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