Jesucristo tiene un servicio que rinde a favor de los que hemos creído en Él. Es nuestro sumo sacerdote que nos representa y no socorre. Lea algunos de los detalles.
“… y desde la nube una voz que decía: Éste es mi Hijo amado; a él oíd”. Marcos 9:7 “Pues cuando él recibió de Dios Padre honra y gloria, le fue enviada desde la magnífica gloria una voz que decía: Éste es mi Hijo amado, en el cual tengo complacencia”. 2 Pedro 1:17.
En el momento de ser bautizado, el Padre declaró su contentamiento con el Hijo, estableciendo que su forma de vivir antes había sido intachable. Jesús fue perfecto. En el Monte de la Transfiguración, Pedro sugirió que se construyera tres enramadas, una para Moisés, otra para Elías, y la tercera para Jesús. Quizás fuera por la emoción del momento que le llevara a Pedro a sugerir algo tan especial. Sin embargo, Pedro dejó en claro que su concepto de Jesús fue menos del alto lugar que ocupaba el Señor, “Porque no sabía lo que hablaba, pues estaban espantados”. Marcos 9:6. Dios de nuevo declaró su contentamiento destacando que la voz a la cual deben atenerse no fuera la de Moisés, ni la de Elías, sino “Oíd” a Jesús el Hijo de Dios. Jesús ha dicho: “de cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida”. Juan 5:24. Es fácil ver porque hemos de oír a Cristo Jesús, el Hijo de Dios. Es para ser salvo.
En el principio de su ministerio, Jesús estuvo en otro monte y durante cuarenta días fue tentado por el diablo. Cabe la pregunta, ¿y por que fue permitida la tentación de Jesús si se sabía de antemano que no iba a sucumbir? ¿Hay alguna razón especial? Por supuesto que sí. Primeramente, fue para mostrar que en Cristo, el diablo no iba a encontrar nada que respondiera a sus ofertas. Jesucristo como hombre era Dios manifestado en carne humana, y por lo tanto no hay pecado en el. La tentación fue permitida no fue tentado PARA VER si cayera, sino PARA DEMOSTRAR que fue imposible que cayera. La segunda razón tiene que ver con nosotros. Hay un servicio que el Señor Jesucristo nos brinda como nuestro sumo sacerdote pues Él intercede en la presencia de Dios por los suyos. “pues en cuanto él mismo padeció siendo tentado, es poderoso para socorrer a los que son tentados.” Hebreos 2:18. Habiendo pasado por la experiencia de sufrir en carne propia los embates del enemigo, es capacitado de socorrernos a nosotros. Debemos buscar en El el apoyo y la ayuda necesaria para cuando enfrentemos una tentación. Si accedemos a lo propuesto en la tentación, traemos deshonra sobre el nombre de Dios. Dios es glorificado en la vida de la persona que vence la tentación.
Dice en el libro de Hebreos, “porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado” Hebreos 4:15. SIN PECADO. Ahí está la clave, Jesús fue tentado sin caer. Las experiencias del Señor Jesucristo le dejaron en condiciones de servir como sumo sacerdote nuestro. Es lindo estudiar sobre el Señor Jesucristo, pues no solamente aprendemos de los datos históricos y como el reaccionó en ciertas situaciones, sino también detectar en todo una proyección de lo que sería su actividad futura y eterna. Él puede compadecerse de nosotros, e interceder por nosotros delante de Dios. Siendo el sumo sacerdote, nos puede representar a la perfección pues Él fue perfecto en su andar aquí en este mundo. Todo eso es posible y es grato pensar que el Padre está complacido con el Hijo. –daj
Lectura Diaria: | ||
Génesis 11:27-12:20 [leer]
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/Job 15:1-35 [leer]
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/Mateo 7:7-29 [leer]
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