Algunos afirman que es fácil ser salvo. Debemos tener cuidado con esta expresión pues costó a Jesús su vida para salvarnos. Decir que “creo en Cristo” con ligereza sin que haya convicción de pecado y arrepentimiento son palabras vacías que no arrojan ningún resultado. Considere lo que la Biblia enseña.
“En tiempo aceptable te he oído, Y en día de salvación te he socorrido. He aquí ahora el tiempo aceptable; he aquí ahora el día de salvación.” 2 Corintios 6:2
El pecador no se salva con mejoras por fuera como por un efecto mágico. Tales cambios no llegan a afectar el corazón adentro. La salvación es presentada en el evangelio que comienza en el corazón y cuando es recibida, el efecto se ve en la vida del individuo. Esto requiere un verdadero arrepentimiento del pecado y luego creer en Jesucristo quien salva al pecador de su condenación. En el momento que Dios detecta el arrepentimiento y ve la verdadera fe en Cristo Jesús como Salvador, Él efectúa el milagro del perdón y el nuevo nacimiento. Es imposible cambiar la vida por medio de nuestra propia fuerza de voluntad. Si así fuera, la salvación sería un asunto propio del individuo y no de Dios. La salvación, dice la Biblia, es de Jehová. El tiene que efectuarla. El tiene que realizarla mediante la obra del Espíritu Santo. Lo hace cuando el pecador se arrepiente y cree el mensaje del evangelio.
Jesús mandó a sus discípulos a predicar las buenas nuevas de salvación. Tenemos los escritos de los apóstoles, estos hombres que escucharon a Jesús predicar en muchas ocasiones. Nos basamos en lo que ellos dejaron escrito. Lucas, el amado médico, relata que muchos estaban maravillados de las palabras de gracia que salían de la boca de Jesús. “Predica con autoridad“, decían algunos. Muchos se dieron cuenta del poder con que Cristo enseñaba y le comparaban con los escribas. Hubo una gran diferencia. Los escribas eran hombres habituados a discursear en las sinagogas, pero comparados con Cristo, había un mundo de diferencia. Las palabras de Cristo tenían poder para cambiar vidas. Y todavía lo tienen.
Cuando Jesús predicaba, exponía la verdad, “ARREPENTIOS Y CREED EN EL EVANGELIO”. Pablo el apóstol reiteraba lo mismo cuando habló con los presbíteros de la iglesia de Éfeso. Les dijo: “Nada que fuese útil he rehuido de anunciaros y enseñaros, públicamente y por las casas, testificando a judíos y a gentiles acerca del arrepentimiento para con Dios, y de la fe en nuestro Señor Jesucristo“. Los cristianos nunca deben dejar de anunciar la misma verdad acerca de Jesús para que nuestros semejantes se salven. –DAJ
Lectura Diaria: | ||
2 Cronicas 8-9 [leer]
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/Ezequiel 33 [leer]
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/Juan 12:20-50 [leer]
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