En este cuarto día Jesús nos muestra cómo conoce la situación particular de cada uno de nosotros y nuestros más profundo anhelos.
“Antes que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi” Juan 4:48
El relato de Juan muestra muchas personas que creen conocer quién es Jesús, pero cuyas conclusiones son incompletas o erróneas. Como ya hemos dicho, Jesús es el gran desconocido en este evangelio. Natanael aparece en el contexto de la presentación del Verbo, el Cordero de Dios, el Hijo de Dios. Jesús es desconocido, pero persona a persona va siendo conocido, apreciado y seguido.
Felipe presenta a Jesús a Natanael, un israelita auténtico (sin dolo), que contrasta con el primer israelita, Jacob llamado Israel, un engañador (Génesis 25, 32). Esto ya nos indica que Jesús despliega la gran intención de Dios de transformar la descendencia de Jacob a una de verdad y no de mentira o falsedad. Por estudiosos de las costumbres bíblicas y pasajes del antiguo testamento entendemos que los rabinos y estudiosos hebreos solían meditar en las Escrituras y la profecía debajo de una higuera, olivo o vid (Miqueas 4:4, Zacarías 3:10). Entonces, Natanael era uno que conocía y apreciaba las Escrituras (“Hemos hallado de quien escribió Moisés… la ley… los profetas”). Conocía las Escrituras y meditaba en las promesas de Dios. No por casualidad Felipe le busca con la expectante noticia de haber encontrado a Aquel tan esperado por los justos y piadosos del Antiguo Testamento. Natanael, entonces, estaría meditando en el Mesías, y aguardando con expectación de la obra de Dios en la historia. Sería uno, al igual que el anciano Simeón en el templo, que esperaba la consolación de Israel (Jesús le llama “un verdadero israelita”), uno que esperaba la manifestación de Dios.
Al darse cuenta de que, con la simple pero reveladora frase, “Antes que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi”, Jesús conoce sus más íntimos pensamientos y sabe lo que ha estado meditando y esperando, Natanael pasa de Jesús, “el hijo de José” al “Hijo de Dios, Rey de Israel”. Natanael percibe cabalmente que la alusión a la higuera no es una simple referencia a un lugar físico, sino una muestra sobrenatural de que este Nazareno conoce cuál es el anhelo de su corazón y que al mismo tiempo él es el cumplimiento de sus más preciados anhelos. Se da cuenta de que en Jesús se completan las esperanzas mesiánicas de Israel. Está frente al Mesías prometido.
De la misma manera, en este cuarto día de Juan, ¿Usted se ha detenido a pensar y considerar en este Dios que le ha visto, le ve y le conoce, que quiere bendecirle, que quiere cambiar el curso descendente de su vida y llevarlo hacia su persona, hacia la vida? Tal vez hay anhelos o angustias no expresadas, que sólo están en su corazón y nadie más ve. Pues bien, Jesús puede decirle al igual que a este israelita, “te vi”. David se sorprendió y maravilló de que su Dios le conocía tan profundamente, y descansó en eso (Salmo 139). Si usted no es salvado, sepa que el Señor conoce su situación y quiere ser su Salvador. Recíbale sin demorar. Si usted es cristiano, sepa hermano que el Señor conoce su adoración, su meditación, su anhelo más profundo, sus temores y angustias, y descanse en él –rc.
Lectura Diaria: | ||
Génesis 41:50-42:38 [leer]
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/Salmos 19:1-14 [leer]
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/Mateo 24:29-51 [leer]
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