Completamos la primera semana de Juan con el relato de las bodas en Caná de Galilea.
“Al tercer día se hicieron unas bodas en Caná de Galilea” Juan 2:1
Jesús ha sido presentado delante de nosotros como el verbo eterno de Dios que ilumina y salva al hombre, como el Cordero de Dios, como aquel que satisface los anhelos del alma humana. El relato no nos describe el detalle de los tres días que siguen hasta completar la semana. Se nos dice que al tercer día del evento anterior Jesús concurre con sus discípulos a una boda donde han sido invitados. En este párrafo tenemos una manifestación notable de su independencia y de su poder. Dice el texto bíblico, como resumiendo toda la semana que ha transcurrido, que Jesús “manifestó su gloria” y, en consecuencia, “sus discípulos creyeron en él” (v. 11).
Al hombre no le interesa incluir a Dios en su vida. Dice la Biblia que los hombres “no aprobaron tener en cuenta a Dios” (Romanos 1:28). En el Antiguo Testamento hubo un hombre al cual Dios le enrostró por boca de Daniel: “al Dios en cuya mano está tu vida, y cuyos son todos tus caminos, nunca honraste” (Daniel 5:23). Estos novios invitan a Jesús a su boda. Como aplicación práctica podemos apreciar el valor de invitar al Hijo de Dios a la familia, partiendo por el matrimonio y extendiéndola posteriormente a todos los de esa casa. Cuántos recuerdos tendrían después rememorando el prodigioso milagro de Jesús cuando, al faltar lo necesario en su hogar, el Señor proveyó para ellos recién iniciándose su vida familiar.
El mismo deseo de estar con Jesús en casa expresa el matrimonio que, triste, camina hacia Emaús en una tarde sin mayores expectativas. Van tristes, desesperanzados y cabizbajos (ver Lucas 24). El momento es efímero, si no hablan perderán la oportunidad y Jesús puede marcharse. Entonces toman una rápida decisión: “Quédate con nosotros”, le dicen (Lucas 24:29). En el breve trecho en el cual han tenido contacto con el Hijo de Dios su corazón ha sido tocado, sus espíritu ha sido vivificado y su devoción ha resurgido. “Quédate con nosotros” es el deseo sincero de hogares que desean incluir a Jesús en sus vidas como Salvador, Redentor, Señor, Consejero. Sus vidas cambiarán para siempre. Tal como los novios de Juan 2, el matrimonio camino de Emaús no fue defraudado al invitar al Señor a su hogar. El Señor no rechazó ninguna de estas sinceras invitaciones: concurrió a Caná de Galilea y también se quedó con los de Emaús: “Entró, pues, a quedarse con ellos” (Lucas 24:29). Con Él, reciben muchísimo más de lo que siquiera esperaban. Así es Él con quienes le buscan. ¿Ha invitado a Jesús el Señor a su hogar? –rc
Lectura Diaria: | ||
Génesis 43:1-34 [leer]
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/Salmos 20:1-21:13 [leer]
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/Mateo 25:1-30 [leer]
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