“Tenemos también la palabra profética más segura, a la cual hacéis bien en estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro.” 2 Pedro 1:19.
Fascina todo el drama que rodea la historia de José y sus hermanos. Impresiona la paciencia de José en controlar la situación paso a paso, no queriendo revelarse como el hermano rechazado a quien vendieron por veinte piezas de plata. Parece que pensaron terminar con su hermano y especialmente por causa de dos sueños que les contó indicando que en un día futuro, ellos con su padre estarían inclinados ante él. Pensaron quizás que con la venta de José a los madianitas, sería imposible que lo dicho por él pudiera llevarse a cabo. A pesar de haber guardado el secreto de su venta, haciendo creer a su padre que José fuera muerto por un animal, ahora más de veinte años más tarde tendrán que enfrentar la verdad y reconocer su maldad.
Hay personas hoy en día que no creen los dichos del Señor Jesús. Por ejemplo, el declaró: “El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él” Juan 3:36. No creen ni la primera parte del versículo ni la segunda. La primera parte es una realidad en la vida de millones que ya somos convertidos en hijos de Dios y poseedores de la vida eterna. Los que siguen rehusando creer, hallarán en un día futuro que la palabra profética es segura y se cumplirá, igual que se cumplió la palabra de José en su día.
Al llegar por segunda vez a comprar trigo, los hermanos de José han traído a su hermano Benjamín, su hermano sanguíneo. Los otros eran medio hermanos, pero José y Benjamín fueron de los mismos padres. Todos fueron invitados a comer en la casa de José, un acto generoso de parte de él. Cuando informaron al mayordomo del hallazgo del dinero en sus sacos, él les respondió: “Paz a vosotros, no temáis; vuestro Dios y el Dios de vuestro padre os dio el tesoro en vuestros costales; yo recibí vuestro dinero. Y sacó a Simeón a ellos.” Además de tranquilizarlos, invocando el nombre de su Dios, el siervo “les dio agua, y lavaron sus pies, y dio de comer a sus asnos.” Todo el trato del mayordomo es un reflejo de la misericordia de Dios para con los pecadores que merecen ser castigados. En verdad, la benignidad, la paciencia y la longanimidad de José les está guiando “al arrepentimiento” Romanos 2:4. (Continuará) –daj
Lectura Diaria: | ||
Éxodo 14:5-31 [leer]
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/Salmos 49:1-50:23 [leer]
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/Hechos 7:30-8:4 [leer]
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