“Y comenzando desde Moisés, y siguiendo por todos los profetas, les declaraba en todas las Escrituras lo que de él decían” Lucas 24:27
La obediencia a ley de Dios ha sido una exigencia del mismo Dios eterno a los hombres desde el Edén. La verdad última, eterna, amplia, inabarcable y universal es impresa por Dios en la conciencia de los hombres. El justo no necesita un cuerpo de mandamientos escritos para poder agradar y ser fiel a su Dios. Hay ejemplos en la Biblia de hombres cuya vida y conducta cumplían una ley aún no escrita, pero que era lo que Dios requería como si ya hubiese sido esculpida en tablas de piedra. Recordamos a Abel (Hebreos 11:4) y Abraham (Génesis 26:5) en el antiguo testamento. También a Zacarías y a su esposa en el nuevo testamento (Lucas 1:5-6). Los dos primeros no conocían ley escrita, los dos últimos sí. Sin embargo de todos ellos se dice que eran justos, todos ellos cumplían la ley moral de Dios.
Lo que Jesús acaba de decir en Mateo 5:17 es que la Palabra de Dios es un absoluto. No cambia ni se modifica, está por sobre otras consideraciones. Si esa fue su opinión, tendría que ser también la nuestra. Debemos entonces pensar acerca de la ley de Dios de la manera como Jesús pensó acerca de ella. El Señor introduce un punto muy importante aquí: la clave para una vida recta y justa es guardar la ley eterna de Dios sin hipocresía externa. El valor de la ley divina no tiene comparación: su autor es Dios (“mi voz… mi precepto, mis mandamientos, mis estatutos y mis leyes” (Génesis 26:5), es reafirmada por los profetas (Esdras 7:10) y es cumplida por Cristo (Mateo 5:17). La ley moral de Dios se resume en los diez mandamientos. Como tiene su origen en Dios y es dada por Dios mismo, esa ley no cambia. Los judíos la habían modificado tanto que consideraban que “la ley de Dios” era todo el cuerpo de ordenanzas judías mezclado con las tradiciones (ver Mateo 15). Hicieron múltiples pequeñas leyes para cubrir toda la gama de posibilidades de la vida diaria imponiendo al pueblo una carga imposible de llevar. Es que el esfuerzo humano sólo complica el camino a la vida eterna.
Sin embargo, además de la ley moral, también podemos distinguir la ley judicial dada a Israel, y la ley ceremonial, también dada a Israel con el objeto de regular la adoración a Dios. Lo notable es que en el sermón de la montaña, Jesús está hablando de estos tres aspectos de la ley. Él ha venido a cumplir la ley en su conjunto y ha de cumplir efectivamente toda la ley. Ya sea en su primera o en su segunda venida (“hasta que pasen el cielo y la tierra”) Jesús cumple y cumplirá ¡todo el antiguo testamento moralmente, ceremonialmente y judicialmente! El es nuestro gran representante, el verdadero único y solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre (2 Timoteo 2:5). La escritura halla su completo significado y cumplimiento en él. Jesús mismo señaló que Él es el tema del antiguo testamento: (Mateo 5:17, Lucas 24:27, Lucas 24:44, Juan 5:39, Hebreos 10:7). ¿Cómo valora la obra de Cristo el lector? Debemos considerarle en sus perfecciones y obras, en todo lo que hizo, en el hecho que él cumpliera la ley por nosotros y diera su vida en la cruz. Nada tiene la ley con Cristo, y no podía ser de otra manera. El es su autor y quien la lleva a cabo en su vida y en su muerte. rc
“¡Oh, que triunfo más brillante, en el cielo un hombre entró;
Y es allí representante, de su pueblo a quien salvó!”
Lectura Diaria: | ||
Génesis 39:1-23 [leer]
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/Salmos 17:1-15 [leer]
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/Mateo 22:15-46 [leer]
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