Ya está aquí, abierta y agresiva. Casi una campaña de animadversión a lo cristiano. Incluso símbolos de la cruz ahora son borrados y repudiados de edificios públicos y monumentos en países occidentales, que nacieron y se desarrollaron culturalmente gracias al cristianismo cultural y a la fe verdadera de muchos de sus prohombres. Incluso ya hay lugares donde no se escribe Christmas en inglés –palabra que incluye el nombre del Salvador– sino que en muchas partes se lee X’mas. No obstante, uno de los grandes beneficios de la temporada de Navidad es la mayor apertura a las conversaciones acerca del Señor Jesús. Las personas, por lo general, lo aceptan con más facilidad cuando es presentado como un pequeño bebé acostado en un pesebre. Incluso, algunos que no creen en Cristo, disfrutan de la historia de la Navidad, como escribe el predicador Charles Stanley. Miremos algunas de sus interesantes reflexiones.

Y aquel verbo fue hecho carne y habitó entre nosotros” Juan 1:14

 

No hay mucho en la escena del pesebre para generar hostilidad, salvo la de aquellos que realmente odian cualquier mención del nombre de Jesús. Pero, junto con esta oportunidad para la conversación, también abundan los malentendidos en cuanto a la verdadera identidad de Cristo. Es comprensible que quienes están fuera de la iglesia tengan ideas equivocadas acerca de Él, pero incluso hay cristianos que tienen poco conocimiento de Él. Saben que es el Hijo de Dios, y que es su Salvador, pero son incapaces de explicar con precisión quién es el Señor Jesús, y por qué creen, realmente, en Él. Es por esto que necesitamos entender seis verdades bíblicas fundamentales acerca de su identidad.

Primero, Jesús existió antes de ser concebido en el vientre de su madre. Dado que la historia de la Navidad es acerca de su nacimiento, algunas personas asumen que fue en ese día cuando comenzó su vida. Esto era exactamente lo que la mayoría de los judíos creían en aquellos tiempos. Por eso, Jesús causó una revuelta muy grande cuando afirmó que Él existía antes de Abraham (Jn 8.56-59). Y poco antes de su crucifixión, mientras estaba con sus discípulos, oró al Padre diciendo: “Me has amado desde antes de la fundación del mundo” (Jn 17.24). Esto solo podía significar que Él estaba vivo con el Padre antes del inicio del tiempo.

Segundo, el Señor Jesús nació de una madre terrenal y de un Padre celestial. Es por eso que fue llamado el Hijo de Dios. Aunque había existido siempre, en el tiempo señalado dejó su hogar en el cielo para entrar en esta esfera terrenal mediante el vientre de una virgen (Lc 1.34, 35). Este era un factor esencial en el plan de salvación de Dios. Se requería un sacrificio perfecto para pagar el castigo por el pecado de la humanidad. Pero toda persona, desde el nacimiento de Adán ha nacido con una naturaleza pecaminosa. Pero, puesto que el Señor Jesús fue concebido por el Espíritu Santo en el vientre de una virgen, no heredó la naturaleza pecaminosa de Adán. Solamente Él ha vivido libre de pecado; por consiguiente, está calificado para ser nuestro Salvador. Es el mediador que comparte la naturaleza y santidad del Dios eterno, ofendido y deshonrado por el pecado del hombre, pero por esto mismo, es un interlocutor válido ante Dios pues es Dios él mismo. Al mismo tiempo, comparte la naturaleza del hombre caído, y es su válido representante.

CS/rc

 

(Continúa)

 

Lectura Diaria:
1 Cronicas 16 [leer]
/Ezequiel 16:35-63 [leer]
/Juan 6:1-21 [leer]