Para los discípulos, las palabras de Jesús eran de vida eterna. ¿Qué pensaban los demás?
“¿No es éste el carpintero, hijo de María, … Y se escandalizaban de él“ Marcos 6:3
Nombrar a Belén, Betania, Jerusalén, Capernaum u otras ciudades de Galilea es mencionar los lugares que tienen que ver con el nacimiento y el ministerio de Jesucristo. Pero nombrar la ciudad de Nazaret es cuenta aparte. Después de ser bautizado y salir a predicar, Jesús estableció su residencia en la ciudad marítima de Capernaum situada en la orilla norte del Mar de Galilea. Un día Jesús llegó de visita a la ciudad de Nazaret y era día de reposo. Su costumbre era asistir a la sinagoga y comenzó a enseñar de las Escrituras. Hubo bastante auditorio y se admiraba de su doctrina. Decían los asistentes, ¿De dónde tiene éste estas cosas? ¿Y qué sabiduría es esta que le es dada, y estos milagros que hace? Muchos quedaban atónitos al oír la calidad de su enseñanza. ¿En qué consistía? Sin duda, hablaba con convicción y certeza. A menudo Jesús decía, “de cierto, de cierto os digo,” y luego hacía pronunciamientos importantes. No había motivo para dudar de la veracidad de su enseñanza.
Los dichos de Jesús estaban llenos de sabiduría y contenían una lógica irrefutable. Cuando hablaba de eventos futuros, indicaba detalles acerca de sí mismo, además de anunciar eventos que iban a suceder en la vida de la nación de Israel. Ya que el Señor conocía los pensamientos de los asistentes, contestaba sus incógnitas sin que ellos las articularan. Además de su enseñanza sabia y sus profecías, Jesús hacía milagros para respaldar sus dichos. En total, Jesús dio amplia razón para ser escuchado.
La gente, no obstante, no veía más allá del hombre que había trabajado en el taller de carpintería. “¿No es éste el carpintero, hijo de María, hermano de Jacobo, de José, de Judas y de Simón? ¿No están también aquí con nosotros sus hermanas? Y se escandalizaban de él” (Marcos 6:3). Los carpinteros normalmente no tenían tanta cultura y menos eran considerados capaces de entregar dichos profundos como Jesús hacía. Los de Nazaret tendría que aprender que “¡Jamás hombre alguno ha hablado como este hombre! “ (Juan 7:46). Por eso valoramos las palabras de vida dichas por Jesús y no nos cansamos de repetirlas y meditar sobre ellas. ¿Las aprecia Ud. también? –daj
Lectura Diaria: | ||
Levitico 17:1-18:30 [leer]
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/Salmos 119:145-176 [leer]
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/Marcos 6:30-56 [leer]
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