En su viaje hacia Jerusalén, Pablo pidió a los ancianos de Éfeso que vinieran a verle en la costa. Estaba apurado para llegar a su destino pero quiso despedirse de ellos y darles consejos. Entre las variadas cosas que dijo, afirmó que nada de lo que fuera útil dejó de entregarles durante su ministerio entre ellos.
“Vosotros sabéis cómo me he comportado entre vosotros todo el tiempo,… Sirviendo al Señor con toda humildad, y con muchas lágrimas, y pruebas que me han venido por las asechanzas de los judíos.” Hechos 20:18-19.
Pablo el apóstol siente un gran deseo por estar el día de Pentecostés en Jerusalén. En su viaje hacia Jerusalén, iba a estar a unos 50 kilómetros de Éfeso pero de todos modos, se propuso no detenerse en Asia. Desde el puerto de Mileto hizo llamar a los ancianos de la iglesia de Éfeso. Cuando vinieron, los ancianos recibieron un discurso que reveló cuán profundamente Pablo les amaba y cómo se preocupaba por la obra de Dios. Hizo referencia a su comportamiento mientras estaba entre ellos, y que ellos habían sido testigos de esto. Les llama a reconocer la clase de vida cristiana que él había vivido frente a ellos. La reputación de cualquier individuo es el cúmulo de observaciones de varias personas. Es a través de terceros que la conducta es certificada como buena o mala o catalogada como comportamiento agradable u ofensivo. “Vosotros sabéis cómo me he comportado entre vosotros todo el tiempo” dijo Pablo. Hechos 29:18. ¿Cuántos de nosotros podríamos decir tal cosa frente a los que nos conocen en privado o en público? Pablo tiene haberse esforzado en su servicio para el Señor cuidando de llevar intachable su testimonio cristiano.
Pablo llamó su tiempo entre los Efesios como servicio rendido al Señor. Hechos 20:19. Destacó tres áreas donde sus reacciones fueron controladas por el Espíritu Santo. Habló de su humildad, de su sensibilidad, y de su reacción cuerda ante las asechanzas de los judíos. Cuando alguien demuestra humildad, no hay arrogancia, orgullo, ni obstinación. A pesar del gran privilegio dado a Pablo para revelar los misterios referentes a la iglesia, Pablo supo enseñar la verdad con humildad. Habló de sus “muchas lágrimas”, pues sentía profundamente la condición espiritual tanto de los creyentes como de los inconversos. Fue incesante en su preocupación, “acordándoos que por tres años, de noche y de día, no he cesado de amonestar con lágrimas a cada uno” v.31. Es un modelo para todo obrero en la viña del Señor.
Pablo también sufrió en manos de los mismos judíos que querían impedir su obra de ganar almas para Cristo. Enfrentó las asechanzas de los judíos y no se amedrentó. Nunca le hicieron callar. Dijo a los ancianos: “nada que fuese útil he rehuido de anunciaros y enseñaros, públicamente y por las casas” v.20. El siervo del Señor no debe retener nada que considere provechoso para el pueblo de Dios. Debe hablar con denuedo, con franqueza, y con mucho amor. Cada uno que enseñamos la Palabra de Dios abrigamos los mismos sentimientos de no rehuir de anunciar lo que sea útil para el pueblo de Dios. –daj
Lectura Diaria: | ||
1 Reyes 20 [leer]
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/Jeremías 32:1-25 [leer]
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/Hebreos 3 [leer]
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