“No codiciarás” Exodo 20:17

 

El décimo mandamiento resume el primero y se cierra el círculo. Quien siempre desea o necesita más y más para “ser feliz” o para sentirse pleno busca y busca “otros dioses”. Dios fue muy claro en el primer mandamiento al decir “no tendrás dioses ajenos aparte de mí”, pero el hombre que codicia busca explícitamente otros dioses, tiene otros intereses. El mandamiento está dicho dos veces, luego es muy específico e importante. Podemos decir que este mandamiento tiene un aspecto materialista que resume el sentir espiritual del individuo. El que codicia tiene su tesoro en las cosas que se ven. Ahora bien, no es malo anhelar tener cosas y querer progresar materialmente, el problema es que anhelamos las cosas equivocadas y con una pasión desmedida. Este mandamiento es más detallado que los otros y alcanza el interior del corazón.

Pareciera estar dirigido a quienes no se ven particularmente afectados por los primeros mandamientos, y en cierto modo pasa desapercibido. La codicia no se ve necesariamente, pero es un pecado destructor. Su gravedad máxima no es otra sino estorbar el resultado del evangelio como el mismo Señor Jesucristo expresara en la conocida parábola del sembrador. Notemos que Jesús enseña que “el engaño de las riquezas ahoga la palabra y se vuelve infructuosa” (Mateo 13:22). Es un engaño, las cosas materiales son un engaño, y ahogan la palabra de Dios, bloquean su efecto, impiden su fruto, e imposibilitan la conversión. ¡Qué serio es! Para un creyente es lo mismo, la codicia ahoga la palabra y esta se vuelve infructuosa. ¿Hay problemas en nuestra vida? ¿no será que estamos anhelando desmedidamente las cosa de abajo, y la Palabra no puede actuar en nuestro corazón a causa de eso? “El engaño de las riquezas ahoga la palabra y se vuelve infructuosa”.

¿Quién define lo necesario o lo que es superfluo? Sin embargo la codicia está presente en todos nosotros, y este anhelo desmedido por tener y la aflicción por no poder tenerlo conlleva la muerte. Es un prototipo del pecado. Dice Pablo: “Yo no conocí el pecado sino por la ley; porque tampoco conociera la codicia, si la ley no dijera: No codiciarás. Mas el pecado, tomando ocasión por el mandamiento produjo en mí toda codicia… y yo morí” (Romanos 7:7-9). Con más fuerza resuenan las sabias y salvadoras palabras de Jesús: “No os hagáis tesoros en la tierra”… “haceos tesoros en el cielo”… “Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón” (Mateo 6:19-21), “Porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee” (Lucas 12:15). ¿Estamos quebrantando el décimo mandamiento? –rc

 

(continúa)

 

Lectura Diaria:
1 Cronicas 16 [leer]
/Ezequiel 16:35-63 [leer]
/Juan 6:1-21 [leer]