El rol paterno de enseñador es destacado en la escritura. También importante es la enseñanza de la madre.

“Desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras” 2 Timoteo 3:15

Vemos el caso de la madre del rey Lemuel, a quien su madre le enseñó la Palabra de Dios –profecía– (proverbios 31:1. También está la madre y abuela de Timoteo (2 Timoteo 3:15, 1:5). Madres cristianas piadosas transfieren doctrina, inculcan una visión del mundo, plantan recuerdos, historias provechosas, con su ejemplo evidencian dependencia de la escritura. Así, el hogar cristiano viene a ser la primera escuela, la primera iglesia, el primer gobierno. No obstante, en el tiempo actual hay muchos huérfanos hechos por nosotros mismos. Muchos hijos de creyentes no conocen la escritura en casa y sus padres pretenden que sea la iglesia la que les instruya a los niños en las cosas de Dios. La mejor herencia de padres cristianos es la palabra de Dios.

Otro rol escritural de los padres es el ser magistrados. Como tales imparten disciplina – no muy popular en la concepción moderna de la crianza. Padres cristianos instruidos por la escritura disciplinan a sus hijos en amor (Proverbios 23:10). Esto es una semblanza o  imagen de la relación entre Dios y su propio pueblo. El padre disciplina tomando la posición de Dios el Padre, justo. Bien lo expresó Calvino al señalar que “Dios nos llama a sí mismo a través de nuestros padres”. Además, la figura de Dios Padre en un creyente está fuertemente delineada por la figura de su padre terrenal. Gran responsabilidad en no producir una imagen de lejanía, tosquedad, injusticia, rencor.

Entonces, después de todo lo considerado, tenemos que los hijos deben honrar a sus padres, es decir respetar, amar, obedecer y responder con obligación. Honrar es más que obedecer, es actuar con la inclinación interna del corazón de desear lo que el padre y la madre desean. La Biblia presenta maldiciones tremendas sobre los hijos rebeldes. Ahora bien, el nuevo pueblo del pacto es la iglesia, y este mandamiento es pertinente. En cuidar a nuestros padres, enseñamos a nuestros propios hijos lo que es la fidelidad de un pacto. Cuidémonos de no orfanizar espiritualmente a nuestros hijos por nuestra infidelidad como padres. La iglesia es la nueva familia, un pueblo de un nuevo pacto y somos hijos adoptivos de ese Padre, tanto así que tenemos una nueva casa (Hebreos 3:1-6). Nadie debe, por tanto, ser huérfano en esta casa de fe, en la iglesia. Tenemos nuestros padres espirituales a los que también debemos honrar. Por tanto, tampoco debe haber ningún padre ni madre des-honrado en la iglesia.

Al considerar el quinto mandamiento somos conminados a honrar a nuestros padres terrenales porque esto es justo. Además así somos fieles al pacto y valoramos la promesa de nuestro Padre Celestial y honramos nuestra casa espiritual. El Señor nos ayude a hacerlo. –rc

Lectura Diaria:
Génesis 31:1-55 [leer]
/Job 42:1-17 [leer]
/Mateo 17:14-18:14 [leer]