“Honra a tu padre y a tu madre, para que tus días se alarguen en la tierra que Jehová tu Dios te da” Éxodo 20:12

Este mandamiento es citado textualmente en el nuevo testamento (Efesios 6:1-3), y reformulado en su sentido práctico y último “porque esto es justo”. A lo largo del antiguo testamento es diversas veces presentado (Levítico 19:3; compare Exodo 21:15,17; Deuteronomio 21:18; 27:16; Proverbios 20:20; 30:17). Tristemente hay un espíritu de desdén y desobediencia, de rechazo, de orfandad intencional en el tiempo actual. Esto no es extrañarse pues los primeros en caminar en contra del Padre celestial fueron nuestros primeros padres, Adán y Eva.

Este mandamiento está inmerso en el contexto de la historia de Israel y sus pactos con Dios. Israel es el pueblo del pacto, con una herencia prometida en Canaán, con la prosperidad ligada a honrar al padre y a la madre. En resumen, este mandamiento está indisolublemente ligado a la palabra promesa.

Se suele considerar con simplismo que este es más bien un mandamiento para niños, pero en el contexto del fuego, el humo y la voz tronante, claramente no lo es. La pregunta que surge entonces es ¿qué es, si no es un mandamiento para niños?
Podemos resumir la respuesta diciendo que este mandamiento en realidad es un mandato a reconocer y recibir el patrimonio, en este caso espiritual. Es vivir de la manera en que el Santo Dios sea reflejado en las vidas de sus criaturas que le reconocen como el Dios único y como su Padre. Es fidelidad al pacto, y esa fidelidad de vida comienza en casa.

El rol de la familia hebrea tiene su espejo en el rol de la familia cristiana. El pacto del esposo y la esposa es espejo del pacto de Dios con su pueblo. Por lo tanto, los hijos deben aprender la correcta relación entre ellos y los padres, para comprender la correcta relación entre las criaturas y su Dios. Notablemente, Dios habla en estos términos familiares y hogareños a lo largo de toda la Biblia: “No así a mi siervo Moisés, que es fiel en toda mi casa” (Números 12:7) y “Jehová ha dicho así: Israel es mi hijo, mi primogénito” (Éxodo 4:22). Por lo tanto, deshonrar al padre y a la madre es deshonrar al creador que nos hizo. Consideremos la responsabilidad que tenemos con nuestros padres y fijémonos en cuidar su significado en este día. –rc

 

Lectura Diaria:
Génesis 28:1-22 [leer]
/Job 36:1-37:24 [leer]
/Mateo 15:1-28 [leer]