El Espíritu Santo usa estos diez mandamientos para moldear nuestros corazones. Es notable que palabras dirigidas a Israel, el pueblo escogido de Dios, la nación del pacto, aun nos instruyen y guían como miembros de iglesia de Cristo, el pueblo del nuevo pacto. Los creyentes vivimos bajo la ley de Cristo (Gálatas 6:2), una ley de libertad, que nos lleva a considerar lo que realmente el asesinato representa.

Lo que ocurre es que nuestra responsabilidad hacia nuestros semejantes está fundada enteramente en nuestra relación con Dios. A causa de nuestra fidelidad a la ley de Dios, nuestra sumisión a la soberanía de Dios y nuestro conocimiento de los propósitos de Dios, vemos a los seres humanos de una manera completamente diferente, con una luz distinta. Apreciamos a nuestro vecino, conocido o a cualquier persona porque lleva la imagen de Dios. Lamentablemente, si quitamos los primeros cinco mandamientos, todo lo que sigue a continuación puede ser redefinido y renegociado. Ya no hay marco de referencia, ya no son instrucciones trascendentes, sino temporales y según el contexto. En este predicamento, la vida humana no tiene más dignidad que la que los humanos le otorgamos. En palabras simples, sin Dios el hombre carece de valor incluso para sus semejantes.

El respeto por la vida humana parte por el respeto a Dios, que la da. Lo contrario -aun por lo que dicen respetar la vida- es puramente superficial y humanístico. El respeto a la vida no es una reverencia a la vida en general, es reverencia por una vida hecha a la imagen de Dios. No es el derecho del individuo, es el del Creador. Cada día constatamos que vivimos en un mundo de asesinatos: pre-nacimiento y post-nacimiento. Hay terrorismo, hay genocidios. Igual que al principio. La muerte violenta es tan rutinaria que hasta la esperamos sin sentir ya una gran carga moral.

Este mandamiento a primera vista se ve lejos, pero la realidad es que Dios nos lo presenta a cada uno porque somos realmente capaces de este acto según las circunstancias, según veremos.

 

Lectura Diaria:
Génesis 36:1-43 [leer]
/Salmos 9:1-10:18 [leer]
/Mateo 20:17-34 [leer]