¿Qué es la cruz de Cristo? ¿Qué representa? ¿Qué ocurrió allí? Más allá del evento histórico obvio, la cruz de Cristo es una constelación de hechos y verdades de consecuencias amplias y trascendentales.

“Lejos esté de mí gloriarme, sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo” Gálatas 6:14

La cruz de Cristo es una revelación final de tanto el carácter como la consecuencia del pecado del hombre, y de la maravilla y sacrificio del amor divino. Su importancia para el cristiano es tal que este debiera intentar comprender cada día más lo que su Dios diseñó como el medio de su salvación, así como de sus alcances para esta vida y para la eternidad.

El evangelio de Cristo no es una colección de ideas e ideales. Es esencialmente algo mucho más concreto y objetivo. Es una proclamación de hechos, de algo hecho en carne y sangre por una persona histórica, Jesús, en un lugar y momento determinados (Lucas 23:33). El evangelio es una declaración de ciertos eventos de la historia y de las consecuencias que les siguen. Es la proclamación de las obras hechas en el cuerpo humano del Dios encarnado para la redención de la raza humana. Cristo vino, como dijo R.W. Dale, no tanto a predicar el evangelio sino para que pudiese haber un evangelio que predicar. La esperanza de la salvación del hombre descansa no en su enseñanza ni en su ejemplo, sino en algo que él hizo. El punto de crisis y triunfo, donde todo viene a centrarse es su crucifixión y resurrección. Esos eventos son declarados por el evangelio (1 Corintios 15:3). Sin embargo, para apreciar adecuadamente el evento de la cruz, este debe ser considerado en su contexto pleno:

Debe ser considerando su origen. ¿Cómo, desde qué lugar y porqué fue iniciado? No fue un accidente inesperado. Está pre-ordenado por Dios (Apocalipsis 13:18). “Agradó a Jehová sujetarlo a padecimiento” (Isaías 53:10). La venida de Cristo a morir fue la provisión de amor de Dios por gracia para suplir la desesperada necesidad humana.

Debe ser considerando su forma. ¿Cuál fue la manera necesaria de lograrlo? No hubo otra. No hay sustituto para el sustituto. Involucró condescendencia auto-sacrificial suprema. Dios mismo se hizo hombre, tomó forma de siervo y se hizo obediente hasta la muerte (Filipenses 2:8). Esta muerte no fue una resignación inevitable sino deliberada y voluntariamente enfrentada como necesaria e indispensable para la salvación del hombre. Cristo no fue una víctima desamparada sino uno que se presenta voluntariamente, escogiendo libremente beber de la copa que el Padre la había dado (Juan 18:11). Si bien era inocente, vio en el sufrimiento infligido en él el justo juicio de Dios que era necesario e inevitable que fuese cumplido, sólo que Él quiso sufrirlo por nosotros. Él estaba cargando no la pena de sus propios pecados, sino de los nuestros (1 Pedro 2:22-24). Pablo lo dice claramente, y por esto todo lo demás carece de valor para él: ” El Hijo de Dios… me amó y se entregó a sí mismo por mí” (Gálatas 2:20).  –-rc

(Continúa)

Lectura Diaria:
1 Samuel 13:1-23 [leer]
/Isaías 52:1-12 [leer]
/2 Corintios 12:14-13:14[leer]