Este tema del adulterio debiera llamar nuestra atención porque describe el día en el cual vivimos. La enseñanza nos es pertinente para el día a día, y para la eternidad.

“De tal manera amó Dios al mundo” Juan 3:16

Comprendemos que el adulterio es un pecado destructor. Vemos en el Antiguo Testamento a Israel continuamente quebrantando el pacto, continuamente volviendo sus espaldas a Dios, y continuamente siendo seducidos por otros dioses y nos preguntamos ¿cómo pudo suceder? Israel traicionó a su Salvador, a su Dios, a Jehová. Negó su gloria y profanó su nombre yendo en pos de otros dioses. Entonces llegamos al profeta Oseas, donde en un momento de extrema urgencia nacional, Dios le dice a este hombre: “Ve, tómate una mujer fornicaria, e hijos de fornicación; porque la tierra fornica apartándose de Jehová” (Oseas 1:2). En un cuadro de la nación, en la profecía de Oseas vemos la esposa adúltera del profeta que nos refleja las prácticas equivalentes de Israel, cómo la nación se ha ido tras otros dioses. Sin embargo el Señor le trae de vuelta hacia sí mismo a través de su amor redimidor.

Dios ruega a Israel como un esposo: “Vuelve, oh Israel, a Jehová tu Dios; porque por tu pecado has caído” (Oseas 14:1). Las palabras de Dios son sublimes, reflejando su amor por su pueblo, con el mismo amor con que Dios llama hoy al pecador a volverse de sus pecados y a recibirle: “Yo sanaré su rebelión, los amaré de pura gracia; porque mi ira se apartó de ellos” (Oseas 14:4). Ese llamar nos hace eco en Juan 3:16. Dios tiene que dar, y dar mucho de sí para poder perdonar. Él puede perdonar pues lleva la carga y la afrenta del pecado de su pueblo rebelde, lo cual se hace realidad última en la muerte sacrifical y redimidora de su Hijo Jesucristo en la cruz del Calvario.

El amor perdonador de Dios demandó la muerte de su Hijo, y ahora demanda la respuesta de cada pecador. Temina Oseas con el llamado de Dios: “¿Quién es sabio para que entienda esto, y prudente para que lo sepa? Porque los caminos de Jehová son rectos, y los justos andarán por ellos; mas los rebeldes caerán en ellos” (Oseas 14:9). El séptimo mandamiento nos conmina a volver a Dios, a recibir su perdón y su gracia. También nos conmina a guardar el pacto y la promesa matrimonial en esta vida, como espejo de la relación de amor de Cristo y su Iglesia, como testimonio a esta generación del profundo amor de Dios. –rc

Lectura Diaria:
Éxodo 18:1-27 [leer]
/Salmos 56:1-57:11 [leer]
/Hechos 10:1-23 [leer]