Dios demuestra si gracia y condescendencia con su pueblo, y les entrega las tablas de la ley conteniendo un cuerpo de leyes articuladas en diez declaraciones, llamadas “mandamientos”. Comencemos a mirar el primero:

“No tendrás dioses ajenos delante de mí” Exodo 20:3

Este Dios se revela a sí mismo como quién es y qué demanda de los suyos. El primer mandamiento establece claramente el monoteísmo. No hay dudas. Hay un solo y único Dios, que se revela a sí mismo sobre y en contra de los falsos dioses de ese día, así como contra los de nuestros días. Podríamos preguntarnos… ¿y cuáles son los falsos dioses de nuestros días? Un autor ha dicho: “el dios de la cultura y la imaginación popular, liviano más que el aire, deshidratado, y aguachento”. Ese es, desde luego un Dios falso. Un entrevistado dijo… que creía en el “Dios común y corriente”. Es decir, un Dios no omnipotente, limitado, finito, sólo un poco más poderoso que nosotros, que sabe todo lo que se puede saber, pero no más. Todo concepto no bíblico de Dios es incorrecto. Por el contrario, el infinito Dios de la Biblia es omnipotente, omnisciente, omnipresente, soberano, santo. No “tres veces santo” como algunos dicen por ahí, sino infinitamente santo, y este Dios infinitamente santo tiene demandas que hacernos, pues le pertenecemos.

¿Es este su Dios? ¿Sentimos el apremio actual y personal del primer mandamiento?

–rc

(Continúa)

Lectura Diaria:
2 Cronicas 1-2 [leer]
/Ezequiel 27 [leer]
/Juan 10:1-18 [leer]