El hurto final es el hurto a Dios. Es el más grave y el más propio de nuestra naturaleza.
“Porque mía es toda la tierra” Exodo 19:5
En este punto tenemos que introducir un concepto que la Biblia presenta claramente. Cuando hablamos de posesiones y su relación con Dios, tenemos que incorporar el concepto de mayordomía, que en palabras simples quiere decir que el pueblo del antiguo pacto y el pueblo del nuevo pacto debe reconocer que sus posesiones son, al mismo tiempo suyas y al mismo tiempo no-suyas. Dios nos ha confiado las cosas que tenemos, y en ese sentido lo que tenemos es propio pero está a disposición de Dios, del pueblo de Dios y para los propósitos de Dios. Este concepto bíblico es la teoría económica más revolucionaria de todas: no es capitalismo, no es socialismo, no es comunismo, es mayordomía. Las posesiones pertenecen a Dios y nos las da para que las disfrutemos (1 Timoteo 6:17), las trabajemos y las usemos para su gloria y propósitos (1 Crónicas 29:14).
Dice Al Mohler: “De esta manera, el pueblo del nuevo pacto en Cristo debe ver la prosperidad no tanto como una señal del favor divino sino como una señal de enorme responsabilidad. No es suficiente ‘no robar’, más bien debemos poner todo lo que tenemos a la disposición de Dios, comprendiendo que últimamente el es dueño de todo” (Exodo 19:5).
Recordemos la reclamación de Dios al pueblo de Israel: “¿Robará el hombre a Dios? Pues vosotros me habéis robado. Y dijisteis: ¿En qué te hemos robado? En vuestros diezmos y ofrendas” (Malaquías 3:8). Robamos a Dios cuando le damos de las sobras de nuestro tiempo, posesiones, energía y trabajo. Robamos a Dios cuando hacemos todo lo que tenemos que hacer para nosotros y nuestro día a día, sin considerarle a Él en primer lugar. Robamos a Dios cuando le quitamos su gloria, atribuyéndonos méritos que no tenemos. Robamos a Dios cada día en nuestros pensamientos, acciones, hechos y omisiones. En realidad, debemos reconocer que cuando leemos el octavo mandamiento, lo leemos desde la posición de ladrones, hemos hurtado y lo seguimos haciendo. Finalmente, esa es nuestra naturaleza. Recordemos que cuando Jesús fue crucificado a su lado derecho e izquierdo estaban dos ladrones, como representando a toda la humanidad en su esencia última: ladrones. La única diferencia esque uno fue salvado y el otro no, y así se divide la raza humana hasta el día de hoy.
Que podamos reconocer nuestra gran responsabilidad, y actuar con honestidad, reconociendo nuestras limitaciones y faltas, y honrando a nuestro Dios según Él merece. –rc
Lectura Diaria: | ||
Éxodo 29:38-30:10 [leer]
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/Salmos 78:1-31 [leer]
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/Hechos 17:16-34 [leer]
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