Hay momentos en la vida de cada cristiano cuando el Señor nos pone a prueba y requiere obediencia absoluta. Cuando fallamos en aquello, Dios bendice porque es misericordioso pero su bondad nos lleva al arrepentimiento y debemos confesar nuestra falta.
“Y les dijo: Venid en pos de mí, y os haré pescadores de hombres.” Mateo 4:19
En la orilla del mar de Galilea algunos pescadores lavan sus redes y otros remiendan las suyas. Era temprano en la mañana y un gran número de personas se había reunido, deseoso de escuchar al Señor Jesús, quien había regresado a Galilea desde Judea. El Señor Jesús se acerca. Ha pasado algún tiempo desde el primer encuentro de Cristo con Pedro. El lugar está cerca del pueblo de Betsaida, nombre que significa “la casa del pescado”, cerca de la ciudad de Capernaum. Estando junto al Mar de Galilea el Señor Jesús no podía ser visto y oído por la multitud que se agolpaba sobre Él. Dos barcas que estaban cerca le ofrecían una solución al problema. Una era de Simón Pedro, que se había vuelto a su vida de pescador. Jesús pidió el uso de la barca y rogó que la alejara un poco de la tierra. Desde el barco Jesús podía enseñar a la multitud y ser escuchado. Pedro había trabajado toda la noche y a pesar de no haber pescado nada, aprovechó la oportunidad de poner sus bienes al servicio del Señor. El Señor espera que nosotros también pongamos a su servicio lo que tenemos.
Después de terminar su predicación, el Señor pidió a Pedro que bogara mar adentro y echar sus redes para pescar. ¿Iba a recompensar a Pedro por el uso de su barco? Pedro estaba un poco dudoso con respecto a hacerlo pero de todas maneras accedió. La experiencia de él le indicaba que no valía la pena pescar en aquel momento pues habían pescado toda la noche sin sacar nada. Aunque Pedro tuviera sus dudas, está a punto de aprender el poder soberano del Señor Jesús. Jesús le dijo que echara sus REDES. Desafortunadamente hubo solo obediencia parcial de Pedro, pues echó UNA red, la cual de inmediato encerró una gran cantidad de peces. Una sola red en vez de echar varias mostró la poca confianza de Pedro en la palabra del Señor. El poder del Jesús fue manifestado, pues la única red echada no era capaz de sujetar tanto peso y la red se rompía. Tuvo que pedir ayuda a sus socios, Juan y Jacobo, y llenaron los dos barcos de peces de tal manera que casi se hundían. Recibieron una bendición muy grande sin merecerlo. Así Pedro aprendió algo para el futuro: conviene obedecer al Señor totalmente sin depender de su propia sabiduría. Con este milagro, el Señor se mostraba dueño del mar y de sus riquezas, revelando así su gloria. Al ver todo esto Pedro se arrodilló delante del Señor Jesús, reconociéndose como pecador incrédulo. Dijo “apártate de mí… soy hombre pecador” Lucas 5:8. Seguramente Pedro no quiso que Jesús se apartara de él sino que con estas palabras reconocía cuán indigno era de estar cerca del Hijo de Dios. Reconoció la grandeza del Señor y esto produjo adoración en el corazón de Pedro.
El Señor dio ánimo a Pedro al responderle, “no temas, desde ahora serás pescador de hombres”. Con esta gran pesca, los cuatro pescadores, Pedro, Andrés, Jacobo y Juan, recibieron una lección que les preparaba para su labor de ser pescadores de hombres. De ellos no escuchamos ninguna palabra sin respondieron al Señor quien dijo: “venid en pos de mí y os haré pescadores de hombres” Mateo 4:19. Estos hombres dejaron atrás la gran pesca y todo lo que habrían tenido de ganancia material. ¿Adónde les iba a llevar? El poder del Señor iba a demostrarse a través de Pedro cuando, en el día de Pentecostés, echó la red del evangelio. Predicó y como tres mil personas se convirtieron. Todas las experiencias de la vida pueden tener una importancia espiritual. Romanos 8:28. A Pedro le iba a significar en el futuro el martirio por seguir a Jesús. Juan iba a sufrir el destierro, pero ambos iban a tener el privilegio de escribir libros de la Biblia. También iban a ocupar lugares importantes en el reino futuro del Señor Jesús. Vale la pena obedecer la palabra de Cristo. –DAJ
Lectura Diaria: | ||
Exodo 25:1-40 [leer]
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/Samos 69:1-36 [leer]
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/Hechos 14:1-28 [leer]
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