Si Ud. tuviera la oportunidad de hablar cara a cara con el Señor y presentarle una sola petición, ¿cuál sería? Por cierto cada uno tendría algo especial que pedir. ¿Es posible que alguien dijera “quiero volver a tener una vida espiritual robusta, activa, y dinámica?” De esto se trata la meditación de hoy.

“Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar” Mateo 11:28

 

Alguien nos escribió una vez refiriéndose a su estado espiritual en vista de la venida del Señor Jesús. Dijo: “Queda tan próxima su venida que me siento como si no perteneciera a ningún lado, me siento sola y sé que todo es culpa mía ya que me he alejado del Señor”. Agregó algo simpático, “pero no totalmente alejada”. No hay nada más saludable para el cristiano reconocer su verdadero estado delante del Señor. Cuando lo hace ya está en vías de comenzar la caminata de regreso. ¿Es Ud. una de estas personas que desea volver? La Biblia señala el camino para regresar, y es el Señor Jesús quien lo invita, “venid a mí”. El Señor no dice que vaya a otra parte para encontrar una solución, sino venir a Él. No dice que vuelva a tal o cual iglesia. Esto vendrá después. El Salvador dice “venid a Mí”. No importa dónde esté, puede acercarse al Señor en cualquier momento. También Jesús dice: “al que a mí viene, no le echo fuera” (Juan 6:37).

 

Hay muchos que están cansados de luchar, cargados de una mala conciencia, agobiados por su infidelidad al Señor. A los tales Cristo dice: “venid a Mi”. No es cuestión de venir y quedarse mudo. El espera que digas algo. ¿Qué es lo que espera? ¿Qué es lo que desea? Cuando Jesús trató con la gente de su día, les preguntaba como hizo con Bartimeo: “¿Qué quieres yo te haga?” (Marcos 10:51). ¿Acaso no sabía Él? Por supuesto sabía, pero quería que declarase su verdadera condición y lo que esperaba de Él. Es muy saludable reflexionar sobre nuestro estado espiritual y reconocer donde hemos fallado. ¿Diría alguien: “Señor, he sido infiel”?… u “oh Dios, no te he buscado en la oración”. ¿Acaso diría alguien: “Dejé de leer la Palabra tuya y por falta de este alimento me hallo débil”?. Uno que otro quizás confesaría, “oh Dios, yo tengo la culpa, ruego que me perdones”.

 

En Lucas 18, se halla el caso de un ciego en las afueras de Jericó. Cuando supo que Jesús pasaba, comenzó a clamar “¡Jesús, Hijo de David, ten misericordia de mí!” No faltaron los que le reprendían para que callase, como para decir, “Jesús no tiene interés en ti, hombre ciego”. Sin embargo, el hombre estuvo desesperado, habiendo sufrido por su falta de visión. Jesús paró y mandó que el hombre viniera. Jesús le preguntó “¿Qué quieres que te haga? (v.41). La respuesta escueta fue: “Que reciba (o recobre) la vista”. Parece que el hombre había disfrutado de buena visión anteriormente, pero algo pasó que se la hizo perder. Ahora la quiere recobrar. Como Bartimeo, seguramente algún lector desea recobrar su vista espiritual y desea volver al Señor. Desea sentir el gozo del Señor de nuevo pues hay algo en su corazón que lo está reclamando. No faltan los impedimentos que le desviarían en su afán por volverse a su Señor. El mundo, el diablo, la carne, la desesperación, el desánimo, la poca fe, bueno, hay tantas voces que dicen, ¡CÁLLATE! El Señor dice todo lo contrario. Te llama, “venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar” (Mateo 11:28). ¿Vas a responder? –DAJ

 

Lectura Diaria:
1 Reyes 15:33-16:34 [leer]
/Jeremías 27-28 [leer]
/Colosenses 4:2-8 [leer]