Hay diferentes formas de llegar a saber qué es lo Dios espera de nosotros. Dios ha dejado consignadas en la Biblia lecciones, preceptos, instrucciones y mandamientos. Quienes los siguen hallan paz en su alma y gozo en su vida. Lea de Gedeón a quien no le resultó así.

 

 

“Hijo mío, no te olvides de mi ley, y tu corazón guarde mis mandamientos; Porque largura de días y años de vida y paz te aumentarán” Proverbios 3:1-2

 

Un precepto puede ser una regla o instrucción que sirve para guiar. Es un principio que se aplica en la vida para formar un comportamiento moralmente correcto. En los primeros doce versículos de Proverbios 3, hay varios preceptos con promesas que los acompañan. La memoria es frágil y su poder de retención disminuye con el avance de los años. Por eso, cada uno debe preocuparse de tener contacto con las Escrituras diariamente. Pero debe ser más que una lectura de la Biblia. La lectura revela preceptos a seguir como dice el texto de cabecera. El corazón toma en cuenta lo leído y lo pone por obra. La promesa es para una larga vida llena de goces y el desfrute de paz que resulta ser una bendita realidad.

 

He conocido a hermanos mayores los cuales han conducido su vida según este proverbio y comprobaron la veracidad de la promesa. Un héroe en la fe que no lo hizo fue Gedeón. La historia de Gedeón se halla en el libro de Jueces. Dios le escogió para asumir el liderazgo del pueblo de Israel a fin de librarles de la mano de los madianitas. Durante años éstos atacaron a los israelitas y les robaron sus cosechas. Gedeón derribó los altares de los baáles y puso un altar a Jehová para que el pueblo buscara a Dios. Gedeón fue obediente a la ley de Jehová y Dios bendijo al pueblo. Si hubiera seguido acordándose de la ley de Jehová y guardando lo que sabía, Gedeón habría terminado sus días en paz. Desafortunadamente no fue así.

 

El pueblo quiso que Gedeón fuese su líder. Al principio él respondió;  “No seré señor sobre vosotros, ni mi hijo os señoreará: Jehová señoreará sobre vosotros” Jueces 8:23.  Pero entró la avaricia en su corazón y pidió al pueblo que le dieran los zarcillos de oro del botín tomado de los madianitas. Sobre un manto en el suelo echaron el oro y Gedeón hizo un efod, una vestidura ornamental que antiguamente usaba el sumo sacerdote. Gedeón hizo uno para sí, guardándolo en su ciudad de Ofra. Esto condujo a la gente a cometer el pecado de la idolatría pues “todo Israel se prostituyó tras de ese efod en aquel lugar; y fue tropezadero a Gedeón y a su casa” Jueces 8:27. ¡Qué triste! El gran hombre de fe que logró grandes victorias contribuye al alejamiento del pueblo de Jehová. Sería difícil que Gedeón pasara los últimos días de su vida en paz debido a la idolatría practicada. No estaba en comunión con Dios. Cuando Gedeón murió, “no se acordaron los hijos de Israel de Jehová su Dios, que los había librado de todos sus enemigos en derredor” v.34. Cuán importante es el precepto del proverbio de dice no olvidarse de la ley de Jehová. Al no mantenerse “al día” con la Palabra de Dios en mente, el pecado puede desviarnos del camino de obediencia y no se cumple la promesa de paz. (Continuará) –daj

 

Lectura Diaria:
Números 21 [leer]
/Proverbios 18 [leer]
/Santiago 2 [leer]