La naturaleza que nos rodea nos enseña valiosas lecciones para nuestra vida espiritual. Fue precisamente ésta la conclusión a que llegaron Gordon y Gail MacDonald cuando quisieron tener un lindo parque alrededor de su casa que llamaron “Rinconada de Paz”. Como un jardín necesita cuidado, así también el alma.

 

Ocúpate en estas cosas; permanece en ellas, para que tu aprovechamiento sea manifiesto a todos.” 1 Timoteo 4:15.

 

Por ahí en el año 1800 en el estado de Nueva Hampshire, E.E.U.U., hubo una propiedad con una plantación de árboles. Después de cosechar el bosque, los dueños convirtieron el predio en un sitio apto para la agricultura. Construyeron una linda casa patronal que llevaba el nombre “Rinconada de Paz”. Por problemas económicos, los dueños abandonaron el lugar que volvió a estar cubierto de un tupido bosque. En 1975 Gordon y Gail MacDonald compraron la propiedad y entre los dos comenzaron a recuperar el terreno para transformarla en un lindo parque. A medida que iban plantando flores y sacando malezas, se dieron cuenta que era necesario dedicar tiempo diariamente para arrancar las malezas y atender las plantas a fin de tener un lugar de placer y belleza. Daba satisfacción a los dueños y a los demás que lo veían. Se dieron cuenta de que cuando ellos dejaban algunos días pasar sin atender a su jardín, perdía su belleza y las hierbas malas se adueñaban del terreno. Los dos eran seguidores de Cristo y pensaron que al igual que su jardín, el corazón del cristiano necesita un cuidado prolijo diariamente si va a dar placer a Dios, su dueño.

 

La tarea de mantener al alma en óptimas condiciones requiere atención constante. El cansancio, la negligencia, y la flojera pueden causar que el alma sea desatendida y la maleza del pecado rápidamente halla donde meterse. Es necesario cultivar la vida interior haciendo uso de las promesas que Dios ha dejado en la Biblia para guiarnos. La formación de un jardín es similar a la formación espiritual del alma. Requiere dedicación y trabajo. Cuando atendemos la vida espiritual como se debe, se producen los frutos de la adoración, el servicio para Dios, la alegría, y el aprecio por la salvación que Él ha provisto.

 

Por medio de la meditación y el estudio de la Palabra, acompañados por el temor a Jehová, hay fruto para Dios. Produce belleza de carácter, pues dijo Dios, “Sed santos, por yo soy santo” 1 Pedro 1:16.  Dios ha hecho una obra maravillosa en la creación, e igualmente quiere hacer una obra maravillosa en el alma, produciendo la santidad. ¿Cómo podemos tener una vida fructífera y dinámica para Dios? Por medio del cultivo de la vida espiritual en el alma. –DAJ

 

 

Lectura Diaria:
1 Cronicas 7 [leer]
/Ezequiel 10 [leer]
/Juan 2:23-3:21 [leer]