El evangelio de Juan es una mina que contiene valiosas gemas de verdad. El cristiano que penetra en su interior obtiene joyas de alto valor que enriquecen la mente, alegran al corazón y fortalecen la fe. Uno siente bien remunerado cuando dedica tiempo a buscar y hallar estos diamantes de valor. Como dijera Jesús mismo: “De cierto, de cierto os digo: El que cree en mí, tiene vida eterna” Juan 6:47

 

Éstas (señales) se han escrito para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo, tengáis vida en su nombre.” Juan 20:31

 

Al comenzar su evangelio Juan el apóstol dice “En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios.” Juan 1:1. El escribe acerca del Señor Jesús en una manera totalmente diferente que los otros tres evangelistas. Los otros tres, Mateo, Marcos, y Lucas, escribieron sus evangelios en forma sinóptica, es decir, dan una síntesis de la vida histórica del Señor Jesús. Marcos lo hace en forma cronológica. Juan el apóstol destaca al Señor Jesucristo como el Hijo de Dios. Utiliza ciertos eventos y nombres aplicables a Cristo que no son usados por los otros tres escritores.

 

Cuando dice “en el principio” nos lleva a un punto tan remoto que la mente humana no es capaz de concebirlo. Juan establece en el comienzo de su libro acerca del Verbo que ya existía. El Verbo no tuvo que desarrollarse a través de una serie de períodos cambiantes para llegar a ser como es, sino, ¡siempre ha sido así!  No solamente existía el Verbo sino también estaba acompañado, “el Verbo era con Dios y El Verbo era Dios”.  El Ser  nacido milagrosamente en Belén era el Dios eterno. Todo lo que sigue en el evangelio de Juan se basa en este hecho: JESUCRISTO ES DIOS. El que se entrevistó con Nicodemo una noche era Dios. (Juan 3). El “varón judío” con quien conversó la mujer de Samaria era Dios. (Juan 4).  El que alimentó a los cinco mil varones de panes y pececillos recibidos del muchacho traído por Andrés era Dios. (Juan 6).

 

Los primeros catorce versículos del evangelio de Juan son introductorios al libro entero. Merecen una consideración especial para afirmar el corazón del creyente cristiano. Son verdades importantísimas que cada cristiano debe saber y creer. En estos catorce versos se establece la divinidad de Jesús además de su humanidad. Hay también referencias a su vocación u oficio y el hecho de que se encarnó, o sea, llegó a ser hombre, “Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad” v.14. El Verbo eterno es el Cristo que fue prometido desde los albores de la historia humana. Es imprescindible conocer estas verdades para poder apreciar la grandeza del amor divino en proveer a un Salvador que “puede también salvar perpetuamente a los que por él se acercan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos” Hebreos 7:25. –daj

Lectura Diaria:
2 Cronicas 5:6-11 [leer]
/Ezequiel 29-30:19 [leer]
/Juan 11:1-27 [leer]