“Desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden hacer sabio para la salvación por la fe que es en Cristo Jesús” 2 Timoteo 3:15

 

 

Después de relatar el feliz encuentro que tuvo el padre con su hijo menor en Lucas 15, la atención del lector es llamado a considerar al “hijo mayor (que) estaba en el campo” v.25. La celebración para festejar la llegada de su hermano ya había comenzado y se oyó el sonido de la música. Con la curiosidad entendible, llamó “a uno de los criados, (y) le preguntó qué era aquello” v.26. La buena noticia fue fácil de comunicar: “tu hermano ha venido; y tu padre ha hecho matar el becerro gordo, por haberle recibido bueno y sano”. Su reacción nos sorprende: “ENTONCES SE ENOJÓ, y no quería entrar” v.28.

 

Hay este elemento importante aquí y que ya hemos esbozado ayer. El hijo mayor está perdido, está fuera de la casa, aunque nunca se haya ido tan lejos. Este hijo representa a todos quienes han estado expuestos al evangelio y a  la palabra de Dios desde pequeños, y mantienen una vida razonablemente correcta. Han sido bendecidos con instrucción y cultura cristianas desde la infancia, pero estas no han hecho efecto en ellos. Se consideran mejores que el resto y, por lo tanto, creen merecer el favor de Dios. Saben los coros y los himnos, y escuchan cantar a los creyentes también, pero no participan de su alegría y no son parte de la familia de Dios, si bien están cerca de la casa… pero fuera.

 

Se les ve enojados. Enojados con la gracia de Dios, enojados al tener que ir a las reuniones. Enojados con el evangelio. ¿Conoce usted algún caso? El enojo del hijo mayor no amedrentó al padre, sino éste “Salió… y le rogaba que entrase” v.28. Acusa al padre de descuido, a la vez que desconocía las bendiciones que había tenido durante años. Faltó respeto al padre y no quiso entrar, representando con esto la actitud irrespetuosa y miserable de todo pecador que rechaza venir a Cristo para recibir el perdón de sus pecados. Amargado y enojado, el sol se puso para él.  Examina tu propio corazón. Considera si eres de los que han sido bendecidos con una familia o con instrucción cristiana desde la niñez. Tal vez estás cerca de la casa del Padre, y tal vez siempre has vivido en esa cercanía que te hace sentirte seguro, pero estás igualmente perdido como cualquier pecador inconverso. No demores en entrar, reconociendo tu necesidad y a Cristo como tu Salvador. –DAJ/rc

 

Lectura Diaria:
Deuteronomio 2 [leer]
/Eclesiastés 2:12-3:15 [leer]
/Lucas 6:20-49 [leer]