“Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro” Romanos 6:23

¿Cuál es la esencia íntima del pecado? Que el hombre piense que puede encontrar su dicha, el motivo, el objetivo y el destino de su vida, lejos de Dios, aparte de Dios. La esencia del pecado es la autosuficiencia. Debido a su ceguera el hombre piensa obtener mediante el pecado la independencia de Dios. El autor a los Romanos nos lo expresa de la siguiente manera: los hombres “no aprobaron tener en cuenta a Dios” (Romanos 1:28) y ello ha tenido graves consecuencias. La primera y más grande consecuencia es la muerte. Esto fue así anunciado a Adán antes de que cayera, que el día que él pecara “ciertamente morirás” (Génesis 2:17)

¿En qué sentido murió Adán, si siguió viviendo sobre la tierra? Bueno, el concepto “muerte” en las Escrituras se utiliza en varios sentidos. Primeramente se denomina muerte a la separación del alma del cuerpo; la parte espiritual del hombre se separa de la parte material cuando el cuerpo detiene su funcionamiento y vuelve al polvo (Juan 11:13; Hebreos 2:15; 5:7; 7:23). En este sentido se trata de la muerte física o natural. Dios demoró esta muerte para el primer hombre, como la demora para todos nosotros, esperando que vayamos a Él, por medio de Cristo, pero ésta no es la única consecuencia del pecado, aunque sea la que más llama la atención. También se denomina “muerte” en la Escritura a la separación del hombre con respecto a Dios. Éste es el sentido más trascendente, y tiene que ver con el destino del hombre. Adán murió espiritualmente el día en que desobedeció a Dios (Génesis 2:17). A partir de entonces, toda la humanidad nace en la misma condición de tragedia espiritual (Romanos 5:12-14, 17, 21). Todos los que descienden de Adán no solamente han de morir físicamente sino que se encuentran ya en un estado de separación de Dios (2 Corintios 5:14). La muerte no es sólo un hecho, es un estado. El sello de la muerte acompaña toda la actividad y la vida humana.

La restauración parte porque el ser humano debe reconocer que es un pecador, reconocer su iniquidad y debe confesarla. Esta confesión nace del arrepentimiento (Hechos 20:21) y tiene que ser hecha directamente a Dios. Ningún hombre puede ayudar o disminuir las consecuencias judiciales del pecado. ¡Qué arrogancia la de algunos que pretenden conmutarlas!  El hombre debe volverse de sus malos caminos y no buscar salidas alternativas. La promesa bíblica muestra que Dios quiere no solamente salvar al hombre del pecado sino además restaurar la imagen divina en él. Esto nos hace pensar en Cristo con emoción y gratitud, como el Cordero de Dios que ha tomado sobre sí el pecado del mundo para quitarlo (Juan 1:29). ¿Es usted salvo por creer en Cristo? ¿Han sido perdonados sus pecados? rc

(continúa)

 

Lectura Diaria:
Éxodo 31:1-18 [leer]
/Salmos 79:1-80:19 [leer]
/Hechos 18:24-19:20 [leer]