¿Qué clase de música escucha usted? David escuchaba –y cantaba– buena música. Los creyentes deben apreciar y difundir la buena música cristiana.
“Cantaré a tu nombre” Salmo 18:49
Al autor de estas líneas le gusta mucho la música. Desde pequeño fue enseñado a tocar el piano y a disfrutar de himnos y melodías cristianas. En las iglesias cristianas debe haber lugar para música apropiada, hermosa, que alabe al Señor (Efesios 5:19). No obstante la enseñanza de la Biblia, en muchas congregaciones se ha perdido el sentido de lo que podría, en principio, haber representado adoración y honra al Señor. La música cristiana contemporánea ha pasado a ser un elemento de entretenimiento en muchos lugares, y tristemente la palabra de Dios va quedando cada vez más rezagada. Se prefiere cantar a leer, exponer y meditar en la Escritura.
Al respecto, hace algunos años un medio entrevistó a un autor y compositor de habla inglesa bastante conocido. El señaló: “Las letras de un buen número de canciones llamadas cristianas no traicionan explícitamente nada de la fe cristiana, pero sólo tienen algún mensaje moral, y no hablan distintivamente de Cristo”. Comentando respecto de la trampa que conlleva la idea de tratar de llevar la música llamada cristiana a todo lugar y hacerla más popular, prosigue Michael Card: “Hay una parte esencial del evangelio que no va a ser jamás un éxito de ventas… El evangelio es buenas noticias, pero también malas noticias: ‘eres un pecador, no tienes esperanza en el mundo’ ”. Añade: “Esto es parte del mensaje también, y si se quita, como ocurre frecuentemente en la música cristiana, sucede que ya no es más evangelio”. Quien habla está citando a Efesios 2:12, que expresa la terrible condición de un individuo perdido: “En aquel tiempo estabais sin Cristo… sin esperanza y sin Dios en el mundo”. Quizá el punto de desvío sea el desconocer lo que nos enseña el apóstol Pablo, cuando escribe a creyentes salvos por haber recibido a Cristo: “La palabra de Cristo more en abundancia en vosotros, enseñándoos y exhortándoos unos a otros en toda sabiduría, cantando con gracia en vuestros corazones al Señor con salmos e himnos y cánticos espirituales.” (Colosenses 3:16).
El texto nos señala algunas cosas bastante claras. En primer lugar, afirma que los cánticos deben representar “la palabra de Cristo”, es decir, son una forma de entregar la palabra de Dios, el mensaje de Dios. En segundo lugar, son para enseñarnos y exhortarnos, no para entretenernos. Luego las letras de los coros o himnos deben contener enseñanza y exhortación, la cual se obtiene solamente de la palabra de Dios. En tercer lugar, debe cantarse “con gracia”. Es decir, no una letanía o frases deslavadas, murmuradas como lamento o en una actitud de falsa afectación, así como tampoco en una manifestación desatada de sonido y efectos visuales que apelan a los sentidos y no al alma. Por el contrario, hay un llamado a que esta forma de expresión de la palabra, enseñanza y exhortación sea agradable y armoniosa, como debe ser. En cuarto lugar, se pueden cantar salmos, lo que se refiere a cantar la Escritura literalmente. Se mencionan los himnos, que son cantos con letras y melodías que siguen los patrones de la música congregacional clásica ordenada y formal, y por último cánticos espirituales, que son canciones que expresan las verdades de la fe cristiana y la esperanza del creyente con melodía y ritmo más ligero y animado. El denominador común está al principio del versículo… todas estas formas de expresión musical contienen “la palabra de Cristo”, el evangelio y no diálogos morales ni frases ambiguas o repeticiones interminables y vacías. ¿Está el lector alabando al Señor como a él le agrada? ¿Escucha el lector del tipo de música que a Dios le agrada? –rc
Lectura Diaria: | ||
Exodo 24:1-18 [leer]
|
/Salmos 68:1-35 [leer]
|
/Hechos 13:26-52 [leer]
|