Ira David Sankey, llamado “el dulce cantor del metodismo”, fue un músico y cantante cristiano norteamericano, asociado con el evangelista Dwight L. Moody. Nació en 1840 y se convirtió al Señor a los 16 años de edad. Ira D. Sankey cuando joven sirvió en la guerra civil americana. Escribió muchos himnos y arregló otros tantos. Entre los más conocidos y apreciados está el de las noventa y nueve ovejas, cuya letra fue escrita por Elizabeth Clephane en 1968, basado en Lucas 15:4-6. Ira D. Sankey compuso su música al final de una reunión de predicación del evangelio y después de una breve oración, lo cantó luego de una predicación de Moody acerca de El Buen Pastor. Ha sido traducido al español así:

 

“Noventa y nueve ovejas son, Las que en el prado están,

Mas una sola, sin pastor, Por la montaña va;

La puerta de oro traspasó, Y vaga en triste soledad,

Y vaga en triste soledad”

 

“Por esta oveja el buen Pastor, Se expone con piedad,

Dejando solo aquel redil, Al que ama de verdad,

Y al fragoroso bosque va, Su pobre oveja a rescatar,

Su pobre oveja a rescatar”

 

Hay otra historia interesante que involucra a este creyente. Una noche de Navidad, Mr. Sankey iba viajando en un vapor por el río Delaware. Al ser reconocido se le pidió que cantara, a lo cual accedió entonando “Savior like a Shepherd Lead Us”:

 

“Salvador, guíanos cual pastor; Cuánto necesitamos tu tierno cuidado,

En tus placenteros pastos aliméntanos, Prepara tu provisión para nosotros.

¡Bendito Jesús!, ¡Bendito Jesús! Tú nos has comprado, somos tuyos,

¡Bendito Jesús!, ¡Bendito Jesús! Tú nos has comprado, somos tuyos”

 

“Tuyos somos, sé nuestro amigo; Sé el guardián de nuestros caminos,

Guarda tu rebaño, defiéndenos del pecado; Búscanos cuando nos alejemos.

¡Bendito Jesús!, ¡Bendito Jesús! Óyenos, ¡oh! óyenos cuando oremos!

¡Bendito Jesús!, ¡Bendito Jesús! Óyenos, ¡oh! óyenos cuando oremos!”

 

Cuando terminó, un hombre de rostro duro se le acercó y preguntó, generándose el siguiente diálogo: “¿Usted por casualidad sirvió en el Ejército de la Unión?”. “Sí”, contestó Mr. Sankey, “en la Navidad de 1860”. “¿Puede recordar si estaba de guardia una noche de luna llena en 1862?” “Sí”, respondió Mr. Sankey muy sorprendido. “También yo”, dijo el extraño, “pero sirviendo en el Ejército Confederado, su enemigo. Esa noche, cuando le vi, pensé en dispararle y le apunté con mi arma. La luna le iluminaba, no podía fallar…” “En ese instante, igual que hace un momento, usted comenzó a cantar el mismo himno que acaba de cantar” “Que termine y después le disparo, pensé…” “Pero cuando cantó ‘“Tuyos somos, sé nuestro amigo; Sé el guardián de nuestros caminos’” no pude dispararle. Me acordé de mi piadosa madre que me cantaba aquel himno y nos hablaba de Dios en mi niñez” “Cuando usted terminó de cantar esa noche, pensé que si el Señor era capaz de librar a ese hombre –usted– de una muerte segura, entonces debe ser ciertamente grande y poderoso”.

El Señor salvó la vida de Ira D. Sankey una noche, moviendo el corazón de un hombre que escuchó un himno que hablaba de su poder y tierno amor. Años antes le había salvado eternamente cuando le recibió como su salvador, muy joven. ¡Qué gran ejemplo nos deja la historia de este hombre! Fue utilizado por Dios para su gloria y para la edificación de los creyentes a través de muchos años incluso hasta ahora. ¿Tiene usted la salvación eterna? ¿Es el Señor Jesús su Pastor? –rc

 

Lectura Diaria:
Números 7:1-89 [leer]
/Proverbios 4:1-27 [leer]
/Marcos 15:1-23 [leer]