La historia de Don Gilberto M.J. Lear (1884-1961) comienza muy joven, cuando se viene de Gran Bretaña a la Argentina con el propósito de servir al Señor. Conozcamos m{as acerca de este gran siervo de Dios.

“Que esté yo en la casa de Jehová todos los días de mi vida, para contemplar la hermosura de Jehová” Salmo 27:4

 

 

Gilberto Lear fue uno de los grandes hombres de las asambleas cristianas en la Argentina, y su influencia se extendió y aun persiste por todos los países de habla hispana, como veremos. Predicador, enseñador, músico y compositor, logró dominar el idioma español de tal manera que tradujo, arregló y escribió muchos himnos en métrica, rima y gramática castellana perfectas. Estos forman parte del himnario “Himnos y Cánticos del Evangelio”, aun en circulación y uso en asambleas en Latinoamérica y algunas de habla hispana en los Estados Unidos. Ya sea en traducción o creación propia, le pertenecen las letras de “Oh, Profundo Amor De Cristo”, “En Tu Palabra, Oh Padre Dios, qué bella luz se ve”, “Yo quisiera, Oh Salvador”, “Ama La Biblia Que Dios Nos Ha Dado”, “No Sé Decir Cómo El Señor De Gloria”, y muchos otros.

Yerno de un pionero de la evangelización en América del Sur –Don Guillermo Payne– don Gilberto se radicó en la ciudad de Córdoba y desde ahí desarrolló una incansable labor evangelística y pastoral, incluso visitando Chile y Bolivia en la primera mitad del siglo 20.

A continuación transcribimos un hermoso himno de su pluma, del cual compuso la letra y música, que expresa el sentir que cada creyente debiera tener al recordar al Señor Jesús en la Cena del Señor:

 

“Yo quisiera, Oh, Salvador, Comprender tu gran amor

Cerca de tu cruz morar, Tu agonía contemplar”

 

“Veo yo que Dios en luz, En la muerte de Jesús,

Y veo en su gran dolor, Que también Dios es amor”

 

“Participo ya del pan, y mis ojos mirarán,

A Jesús que en cruz murió, Por mí, indigno pecador”

 

“En la copa yo veré, La figura por la fe,

De la sangre de Jesús, Por mí derramada en cruz”

 

“Humillado quedaré, Al mirar la cruz por fe,

Oh, ¡cuán vil he sido yo!, Pues por mi Jesús sufrió”

 

 

En este himno, el autor nos hace mirar los sufrimientos del Señor. Muchas veces en la Cena del Señor los pensamientos de los hermanos se enfocan más bien en nuestra condición humana, nuestra indignidad, nuestra bendición, nuestra posición y nuestra salvación. Somos tan autorreferentes. La adoración es acerca de Él y no acerca de nosotros, como señala el texto del día. Como también escribió el hermano David R. Alves:

 

“Congregados en tu Nombre, Invisible, estás aquí.

Eres Dios, y también Hombre, Oh, Señor, ¡no hay otro así!

A tu Padre le diremos De la glorias de tu Ser,

Aunque poco comprendemos, De lo que Él sí puede ver”

 

Que podamos contemplar a Cristo y no mirarnos a nosotros. Es cierto todo lo que hemos recibido, pero en la reunión de conmemoración estamos para hacer remembranza de Él y no de nosotros, como el Señor mismo lo dijera: “Haced esto en memoria de mí” (Lucas 22:19, 1 Corintios 11:24, 25). ¿Recuerda el lector al Señor Jesús cada domingo, de la manera que él pidió que los creyentes lo hicieran? –rc

 

Lectura Diaria:
Deuteronomio 12 [leer]
/Cantares 2:8-3:5 [leer]
/Lucas 9:37-62 [leer]