En este tercer día se nos indica que debemos seguir a Jesús.

“El siguiente día otra vez estaba Juan, y dos de sus discípulos” Juan 1:35

 

En los primeros dos días de evangelio de Juan ha quedado claro que Jesús es el Hijo de Dios, el verbo que fue hecho carne y que ha venido al mundo como el sustituto perfecto por los hombres. Ha quedado de manifiesto que Él es el mismo eterno Dios y que el Dios trino ha estado presente en su venida. Juan el ha visto y puede dar testimonio de esto.

En este tercer día vemos que Jesús está presente, visible a los demás, y que Juan el Bautista le muestra como aquel a quien sí hay que seguir. De acuerdo a la profecía de Isaías hay que estar preparados para su advenimiento (Isaías 40:3), y eso es lo que Juan ha intentado mostrar en los dos días previos. Es sorprendente, pues, que sus interlocutores no aprecian tal revelación pues ni siquiera manifiestan un mínimo interés por inquirir más de Juan acerca de quién y dónde está aquel ser tan notable y esperado. Lo mismo ocurre hoy: Jesús es anunciado, se conocen de Él sus obras, sus milagros, su misericordia, su compasión, pero el hombre no parece interesarse mayormente en su persona para conocerle más, para inquirir aunque fuera un poco más. Al igual que los fariseos y los escribas de los tiempos bíblicos el interés de las personas es sólo nominal, sólo cuando hay alguna necesidad, tal vez.

En este tercer día vemos el esfuerzo dirigido de Juan por procurar que los que le siguen a él en realidad conozcan a Jesús: “Le oyeron hablar los dos discípulos, y siguieron a Jesús” (Juan 1:37). Un predicador verdadero no quiere que le sigan a él sino a Cristo. Un predicador verdadero habla de Él y cumple con su mandato cuando sus oyentes se tornan hacia el Hijo de Dios. La respuesta de Jesús es emblemática, él ve que le buscan, lo sabe: “volviéndose Jesús, y viendo que le seguían, les dijo: ¿Qué buscáis?” (Juan 1:38). Luego se vuelve y trata directamente con aquellos dos sinceros interesados en su persona y les invita. Les invita a conocerle y  maravillarse con su persona: “Les dijo: Venid y ved” (Juan 1:39). Su gentileza y sincero interés cautiva a los que serán sus nuevos seguidores, y los que ayer eran discípulos de Juan el bautista, ahora se quedan con Jesús: “y se quedaron con él aquel día” (Juan 1:39). Luego serán ellos mismos testigos de Cristo y alcanzarán a sus familiares: “(Andrés) halló primero a su hermano Simón, y le dijo: Hemos hallado al Mesías… y le trajo a Jesús” Juan 1:41-42).

En el día tres, entonces, vemos un cuadro de lo que el evangelio hace en el ser humano, en las familias. Se anuncia a Jesús, Él recibe a quienes le buscan con sinceridad, se establece comunión con Él, luego quienes le han hallado van y traen a sus seres queridos a sus pies. En tres días este evangelio nos ha mostrado un compendio de la revelación de Dios y de su propósito para el ser humano. ¿Hemos oído lo que nos dice este evangelio? ¿Hemos entendido su mensaje? –rc

 

 

Lectura Diaria:
Génesis 41:1-49 [leer]
/Salmos 18:30-50 [leer]
/Mateo 24:1-28 [leer]