Este mandamiento está más cercano de lo que creemos. Miremos lo que enseñó el Señor Jesús.

“Oísteis que fue dicho a los antiguos: No matarás; y cualquiera que matare será culpable de juicio. Pero yo os digo que cualquiera que se enoje contra su hermano, será culpable de juicio” Mateo 5:21-22

 

Jesús nos aterriza la idea superficial de que el mandamiento en cuestión está lejos de nosotros, pues ninguno de nosotros será probablemente un homicida premeditado. Todo lo contrario, en Mateo 5 Jesús no enseña que el asesinato no es sólo el tomar una vida en lo externo sino que su esencia está en la ira y el odio. Debemos reconocer que nuestro corazón es un corazón asesino, por duro que nos parezca. Fácilmente leemos este mandamiento en Exodo 20 y pensamos que no nos toca. Sin embargo, el nuestro es un corazón rápido en saltar a la irritación y de un paso llega al odio irracional. El destino final de esa línea de pensamiento es el asesinato. Es la línea recta que parte con la irritación y que, de no mediar ciertas restricciones sociales, morales, ambientales y espirituales, termina en quitar la vida de una persona, ahora devenido en enemigo. Eso es lo que nos enseña el Señor Jesús, así que este mandamiento nos es muy pertinente.

Además, Israel fue culpado de derramar sangre por su connivencia con la muerte de los profetas. Nosotros pudiéramos caer en lo mismo, en compartir la culpa por muertes injustas ante las que no hemos reaccionado con la fuerza necesaria. Así, por ejemplo, ningún cristiano estará a favor del aborto, pero la actitud indolente, el silencio cómplice al igual que los Israelitas frente a la muerte de los profetas, nos hace moralmente responsables. Pensando en el tiempo actual, a manera de ejemplo, no debemos negociar la imagen de Dios con estériles discusiones acerca de cuándo comienza la vida, o de que la vida no comienza con la concepción. Ese embrión recién concebido en el vientre de una madre ya lleva la imagen de su creador, y debemos protegerlo con firmeza. El 6to mandamiento nos señala la reverencia hacia la vida, pero no por la vida misma, sino por el Creador de esa vida. Lo decimos nuevamente. No defendemos la vida porque tengamos un mérito como seres humanos, sino porque fue creada por el Dios Altísimo, y Su imagen la plantó él mismo en ese ser humano.

Este mandamiento nos recuerda finalmente que viene un día en el cual cada pecado será identificado y cada pecador estará frente al Juez designado por el Padre (Juan 5) y la justicia divina será completamente ejecutada. Vida y amor están relacionados. El 6to mandamiento finalmente nos señala a Cristo, quien llevó todo el odio, maldad y la intención asesina de la humanidad, dando su vida por nuestros pecados, derramando su sangre para la remisión de ellos, para darnos la vida eterna. Quien respeta la vida según los parámetros de Dios,  mira a Cristo y reconoce en él al que entregó su vida por quienes no lo merecían: “En esto hemos conocido el amor, en que él puso su vida por nosotros” (1 Juan 3:16). El quiso restaurar su vida en nosotros, dándola en la cruz. Recíbala, creyendo en él. –rc