El pintor alemán Ludwig Richter (1803-1884) contó una interesante historia. Conozcámosla.

“La exposición de tus palabras alumbra; hace entender a los simples” Salmo 119:130

 

Dijo: “alguien llamó a la puerta. ‘¡Adelante!’ dije y entró un hombre cuyo rostro reflejaba honestidad. Me contó que era timonel de un barco holandés que había naufragado. El hombre era tranquilo y modesto en su manera de ser, y por eso le di dinero. Me agradeció, y con ternura dijo: “hay un largo camino ante mí, pero tengo un buen compañero de ruta.” “¡Oh, qué bien, eso es lindo!” repliqué. En mi corazón había dolor por que yo carecía de alguien así. “¿Y quién es?” le pregunté. “Dios mismo es mi fiel compañero. Y aquí tengo sus palabras,” dijo el hombre, sacando un pequeño libro de su bolsillo. “Cuando hablo con él, me contesta por medio de este libro. Así sigo mi camino con toda confianza.” “Una vez más me agradeció y se fue. Sus palabras clavaron en mi corazón como una flecha. Yo no había pensado en Dios cuando mencionó un buen compañero de ruta. Para mí Dios era un ser poderoso, pero lejano e indefinido. Mas este pobre hombre hablaba como si le conociera bien y tuviese una viva relación con él. Le daba ánimo, consuelo y una gozosa confianza. Su pequeño tesoro, el librito, me era totalmente desconocido, pues nunca había leído la Biblia.” Este suceso fue el principio de una serie de experiencias que ejercieron su influencia sobre el pintor. Pronto conoció a Cristo como su Salvador y a Dios como su Padre. Había ya comenzado su vida cristiana y halló mucho consuelo cuando leía las Escrituras.

 

La experiencia de este pintor es algo que se repite en muchas partes del mundo. Sabemos lo deleitoso que es tener la Biblia, leer sus páginas, y permitir que su mensaje divino entre y consuele nuestro corazón. Por ejemplo, en 2ª Corintios 1:4 leemos: “El cual nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que podamos también nosotros consolar a los que están en cualquier tribulación, por medio de la consolación con que nosotros somos consolados por Dios.” No hay mensaje tan bello como el mensaje de Dios en la Biblia. Sus palabras sirven a todos. Sirven a la persona que no conoce a Dios, dándole a entender como es Él y que es lo que quiere hacer con nuestra vida a través del Señor Jesús. Por ejemplo, revela “y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos” Hechos 4:12. Las palabras de la Biblia sirven al adolescente, recién comenzando su carrera en el mundo laboral. En ella encuentra la guía perfecta para saber como portarse en un mundo engañoso, lleno de intriga, y orientado hacia el mal. Cumpliendo con los mandamientos bíblicos, los jóvenes se protegen de caer en las trampas que el diablo pone en su camino. El Salmo 119:9 ha servido a muchos. Comienza con una pregunta, “¿Con qué limpiará el joven su camino?” Y la respuesta viene en seguida, “Con guardar tu palabra.” Respuesta sencilla, precisa y digna de ser obedecida.

 

Las palabras de la Biblia sirven también a los padres de familia, deseosos de saber como orientar a su familia para mostrar consideración, amor, y preocupación el uno por el otro. Lea lo que dijo Moisés en Deuteronomio 6:4-9. Siguiendo las instrucciones, habrá bendición para tu familia. Las palabras de la Biblia sirven a los de la tercera edad también, a los “viejos” cuyos días de arduo trabajo ya han pasado, cuya fuerza es disminuida y cuya visión no les acompaña como antes. Para ellos Dios tiene muchas palabras. A un hermano llamado Silvio de 77 años, enfermo en el hospital, con una máscara de oxígeno, fueron leídos en su oído las palabras reconfortantes de Juan 14:1-3. “No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí. En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros. Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis.” Nadie sabía que dentro de 36 horas él iba a partir para estar con el Señor. Fue la última lectura bíblica que escuchó. El poder de la Palabra es experimentado solamente cuando es creída y aplicada a la vida. ¿Tiene Ud. un compañero de ruta?   –rc

 

 

Lectura Diaria:
Ester 7:1-8:17 [leer]
/Malaquías 2:10-3:6 [leer]
/Apocalípsis 21:9-22:5[leer]