Tomar responsabilidad por lo que hizo otra persona que se ha portado mal no es muy agradable. El salmista dijo “¿he de pagar lo que no robé?” Abigail supo que su marido se había portado neciamente. Intervino para que las consecuencias por su estupidez no cayeran sobre él.

La blanda respuesta quita la ira” Proverbios 15:1

Nabal era un hombre muy rico, y estaba esquilando sus ovejas. Abigail su mujer era de buen entendimiento y de hermosa apariencia. Dios ha dejado registrado en las Escrituras que Nabal era “hombre duro y de malas obras” 1 Samuel 25:3. David envió diez jóvenes de su grupo para saludar a Nabal y sugerirle que debido al buen trato que los pastores de David habían dado a Nabal, que les tomara en cuenta y mandara algo como un reconocimiento. Los diez habían de decirle “tus pastores han estado con nosotros; no les tratamos mal, ni les faltó nada en todo el tiempo que han estado en Carmel” v.7. Tal bondad merecía un reconocimiento práctico de parte de Nabal. La respuesta de este fue todo lo contrario; “¿quién es David, y quién es el hijo de Isaí? … ¿He de tomar yo ahora mi pan, mi agua, y la carne que he preparado para mis esquiladores, y darla a hombres que no sé de dónde son?” vv.10-11. Cuando los jóvenes se volvieron a David y contaron la respuesta de Nabal, David se molestó y llamó a cuatrocientos hombres para ir a arreglar cuentas con Nabal, el desagradecido. Uno de los criados de Nabal supo de las intenciones de David.

Los siervos de Nabal no eran necios como su patrón. Sabían que algo debía hacer para recompensar a David y a su gente. Acudiendo a Abigail, esposa de Nabal, le contaron lo que había pasado. Reconocieron que David merecía lo que pedía, y que estaba ofendido por la respuesta de Nabal. Le aconsejaron que ella debiera hacer algo, pues de otra manera, algo malo iba a acontecer a Nabal y a su gente. Presintiendo que no debía perder tiempo, Abigail juntó una buena cantidad de víveres. Los hizo cargar en asnos, sin decir nada a su marido. Nabal estaba celebrando un banquete digno de un rey, mientras su mujer montó un asno y acompañó a sus siervos que llevaban las provisiones. Dentro de poco, se encontró con David que venía en busca de Nabal junto con sus hombres de guerra. Tal como le advirtieron a Abigail, David venía preparado a pelear. Seguramente Abigail pensó, ¿cómo cambiarle el parecer de David? Desmontando, Abigail se inclinó hasta el suelo en señal de respeto. Luego se echó a sus pies y le dijo: “Señor mío, yo tengo la culpa. Deje que esta sierva suya le hable; le ruego que me escuche. No haga usted caso de ese grosero de Nabal, pues le hace honor a su nombre, que significa “necio”. La necedad lo acompaña por todas partes. Yo, por mi parte, no vi a los mensajeros que usted, mi señor, envió” vv.24-25 (NVI). En seguida, Abigail ofreció su presente y pidió perdón por la ofensa “suya”.

El método escogido por Abigail para evitar una riña que habría resultado desastrosa, llama la atención. Estuvo dispuesta a tomar sobre sí la culpa sin haber hecho nada. Reconoció la maldad de su marido y buscaba la paz. ¿Cuántos hoy día tendrán que enfrentar situaciones en su vida que podrían afectar una relación armoniosa? El desafío es como evitar el quiebre. El texto de cabecera tiene la respuesta bíblica, “La blanda respuesta quita la ira” Proverbios 15:1. La responsabilidad nuestra es seguir “la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor” Hebreos 12:14. En Abigail, se ve el carácter de Dios que desea una convivencia armoniosa, sin problemas. ¿Somos pacificadores como ella? El Señor Jesús reconoció el valor de personas así pues dijo: “Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios” Mateo 5:9.  (Continuará) MER/Ed.daj

Lectura Diaria:
1 Reyes 12 [leer]
/Jeremías 21-22 [leer]
/Colosenses 1:1-20 [leer]