Abraham se destaca como un gran ejemplo de alguien que respondió con fe ante Dios cuando le reveló su voluntad referente a su vida. Los que creen la palabra de Dios son llamados “hijos de Abraham”.

 

El (Abraham) creyó en esperanza contra esperanza,… Y no se debilitó en la fe,… Tampoco dudó,… sino que se fortaleció en fe,… plenamente convencido de que (Dios) era también poderoso para hacer todo lo que había prometido.” Romanos 4:18-21.

 

Dios puso delante del patriarca Abraham la esperanza de “llegar a ser padre de muchas gentes” Romanos 4:17, 18. Abraham tomó la esperada promesa como suya y “él creyó en esperanza contra esperanza,… conforme a lo que se le había dicho: Así será tu descendencia” v.18. ¿Cómo será posible que esta esperanza fuera hecha realidad en vista de que él tenía cerca de cien años? Además de eso, durante toda su vida, Sara era estéril. Parece que ningún intento para que ella concibiera resultó positivo. Pero “no se debilitó en la fe al considerar su cuerpo, que estaba ya como muerto (siendo de casi cien años), o la esterilidad de la matriz de Sara” v.19. Como una “llama eterna” que no se apaga, Abraham mantuvo su fe encendida. No se debilitó en su fe.

 

La incredulidad es la madre de la duda. Cuando hay flaqueza en el ejercicio de la fe, se abre la puerta a la incredulidad y las dudas se apoderan del corazón y uno se siente defraudado. No fue así con Abraham pues “tampoco dudó, por incredulidad, de la promesa de Dios, sino que se fortaleció en fe, dando gloria a Dios”. Creer a Dios y depender de Él y sus promesas es una forma de honrarle. Es dar testimonio a otros de la grandeza y fidelidad de Dios. La clave de esta constancia de fe en Abraham es indicada en el verso 21, “plenamente convencido de que (Dios) era también poderoso para hacer todo lo que había prometido”.

 

El relato de la historia de Abraham fue hecho “con respecto a nosotros” para que aprendamos como agradar a Dios. Es la fe que Dios espera hallar en nosotros, “los que creemos en el que levantó de los muertos a Jesús, Señor nuestro, el cual fue entregado por nuestras transgresiones, y resucitado para nuestra justificación” vv.24-25. –daj

Lectura Diaria:
Josué 5:13-6:27 [leer]
/Isaías 2 [leer]
/Lucas 22:1-30 [leer]