Me emociono cuando veo el momento en que familiares se encuentran después de muchos años de ausencia. Puede ser un militar que vuelve de servir en el extranjero, o una abuela que no conocía a sus nietos adolescentes. También hay personas que se extrañan y después se reconcilian. La meditación es de un caso especial y su significado.

 

Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar” Mateo 11:28

 

He visto fotos y videos de familiares que se encuentran después de muchos años de ausencia. Varían los motivos o las razones porque no tuvieron contacto, pero siempre la escena está cargada de emoción y vicariamente lloramos de alegría con los que se abrazan y se besan. La Biblia relata casos similares. Por ejemplo corrió el padre para recibir a su  hijo pródigo cuando volvió a la casa. La historia está en la parábola relatada en Lucas 15. El encuentro de Jacob con su hermano Esaú es muy interesante pues Jacob tenía mucho temor de represalia de parte de su hermano por un engaño llevado a cabo hacía veinte años o más. La historia está en Génesis 33. Hay otros casos en la Biblia pero uno que me habría gustado ver se halla relatado en Génesis 45. Aproximadamente veinte años habían transcurrido desde cuando sus diez hermanos mayores le vendieron como esclavo. José fue llevado a Egipto y pasó por una serie de experiencias amargas y gloriosas. Por necesidad, sus hermanos fueron a buscar granos en Egipto sin sospechar que el encargado de la distribución es nadie menos que el hermano que antes odiaban.

 

La maldad para con José había sido grande pero paso a paso él les llevó a reconocer su pecado y al mismo tiempo, otorgarles el perdón. En los minutos antes que este dijera, “yo soy José”, él mismo apenas pudo contenerse por su gran deseo de demostrar su amor para con sus hermanos. Nos hace pensar en el gran deseo de Dios de hacernos entender su gran amor para con cada uno.

 

La revelación que hizo José al identificarse después de tantos años de no tener trato con ellos, produjo consternación entre sus hermanos. Llama la atención que los hermanos estaban cerca de él sin apreciar su verdadera identidad y sin conocer el deseo de su corazón de ser reconciliados con ellos. Esto es el caso hoy en el mundo donde miles de pecadores no toman tiempo para escuchar la voz de Dios en el evangelio para saber que Dios busca la reconciliación con ellos. Jeremías el profeta describió su experiencia así: “Jehová se manifestó a mí hace ya mucho tiempo, diciendo: Con amor eterno te he amado; por tanto, te prolongué mi misericordia” Jeremías 31:3. José no dijo: “yo soy el que segunda a Faraón”, ni “yo soy el segundo más grande de Egipto”. Humildemente se identificó como José. Sus hermanos habían visto que José estaba rodeado de gloria y ejercía enorme poder. Es una figura que nos hace pensar en el Señor Jesús ya rodeado de gloria y honra, quien se presenta como el Salvador, el mismo que ama y desea salvar. Los hermanos de José fueron invitados a acercarse y pudieron comprobar el calor de su abrazo y la sinceridad de su beso perdonador. Así ocurre con los que creen las palabras del Señor cuando dice, “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar” Mateo 11:28. Así se puede experimentar su gran corazón de amor en toda su plenitud. –daj

 

Lectura Diaria:
1 Cronicas 15 [leer]
/Ezequiel 16:1-34 [leer]
/Juan 5:34-47 [leer]