“Acordaos de las maravillas que él ha hecho” Salmo 105:5

El salmo 105 nos hace un relato desde la perspectiva de Israel acerca de las proezas obradas por el Dios todopoderoso a favor de su pueblo terrenal. Hay una alabanza y reconocimiento de la grandeza del Señor, de Jehová. Hay un llamado a dar a conocer en los pueblos sus obras, a buscar su poder y su rostro “siempre” (v. 2-4). A continuación se hace una síntesis de las promesas dadas a Abraham y a los patriarcas. Se hace un recuento de la protección de Dios para con Israel, sus pruebas y sus liberaciones. De la misma manera los creyentes podemos recapitular lo que Dios ha hecho por nosotros, que somos “descendencia de Abraham, su siervo” (Salmo 105:6, Gálatas 3:7).

En el día a día, pocas veces tal vez nos detenemos para considerar la obra de Dios en nuestras vidas. Primero es la salvación, desde luego, pero en las cosas más pequeñas, más domésticas, ¿hemos podido reconocer al Dios nuestro, su fidelidad a sus promesas, sus pruebas y sus liberaciones?

El llamado del salmista es a cantar a este Dios, a publicar sus maravillas, a gloriarse en su nombre y a buscarle de corazón. ¿Se ha acordado el lector de sus maravillas? ¿Ha considerado que la vida y conciencia de la realidad que posee es una manifestación de su gracia y de su misericordia? Hay quienes incuso no pueden pensar por sí mismos ni decidir acerca de sus vidas. Por enfermedad o condiciones diversas dependen completamente de otros para sus actividades y necesidades básicas. Si el lector posee discernimiento, esta es ya una maravilla “que él ha hecho”. Luego la familia, o la educación, o el trabajo, o una iglesia donde escuchar su palabra, o la posibilidad de conocerle personalmente. ¡Esa sí que es maravilla! El Señor Jesús le llama a esto “vida eterna”: “Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado” (Juan 17:3).

El mayor conocimiento del hombre es conocer a su creador como su Padre y al Señor Jesucristo como su salvador. Es una maravilla para nosotros que fue muy costosa para él. El padre amó de tal manera al mundo, a usted y a mí, que envió a su hijo único y amado a morir en la cruz del Calvario pagando por sus pecados y sufriendo el castigo que nosotros, cada uno, merecíamos. Lo hizo en vez de nosotros, en vez de usted, en su lugar, en mi lugar (Juan 3:16, Gálatas 2:20). Reconozcamos sus maravillas, acordémonos de todas y de la más grande de todas, la salvación por la fe en cristo Jesús. ¿Se acuerda usted con gozo de esta maravilla? rc

(Continúa)

Lectura Diaria:
Jueces 4 [leer]
/Isaías 25 [leer]
/1 Corintios 4 [leer]