¿Conoce usted algún siervo de Dios que haya dejado un legado espiritual valioso? La mejor manera de recordarlo no es pensando en él como persona, sino imitando su fe.

Acordaos de vuestros pastores, que os hablaron la palabra de Dios; considerad cuál haya sido el resultado de su conducta e imitad su fe” Hebreos 13:7

 

El versículo nos invita a recordar a quienes nos enseñaron la Palabra de Dios. En el mundo académico hay reconocimiento hacia los maestros según sus distintas disciplinas, con diplomas, medallas, y tal vez hasta se hagan cenas en honor de quienes han contribuido al conocimiento. En el caso de los enseñadores de la Palabra, salvo algunas excepciones, lo habitual es que pasen de este mundo sin mayor aprecio que el de los fieles creyentes que disfrutaron de la sana doctrina domingo tras domingo, o habiendo sido visitados, o en alguna conferencia. El mundo no tiene un lugar destacado para los fieles enseñadores del evangelio y de la doctrina, mas no será así en el cielo, donde el Juez justo sabrá reconocerles.

 

Por doquier escuchamos con preocupación noticias del deterioro espiritual de las iglesias cristianas, del lugar menos relevante que tiene la Biblia, habiendo sido reemplazada su lectura y meditación por largas sesiones de “alabanza”, “testimonios” o impresiones simples respecto de algún pasaje bíblico. Si miramos a las iglesias locales fuertes del nuevo testamento, encontraremos que su referente fue algún destacado hombre de Dios, partiendo por el apóstol Pablo, quien personalmente o bajo cuya influencia señaló rectamente el camino. Ese es el sentir de su encarecida recomendación a Timoteo al decirle “procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como un obrero… que traza bien la palabra de verdad” (2 Timoteo 2:15).

 

El escritor a los Hebreos nos insta a considerar el resultado de la conducta de nuestros pastores, el legado que nos han dejado. ¿Lo podemos distinguir? Ciertamente lo vemos en iglesias cristianas fuertes, iglesias poco dadas al espectáculo emocional, iglesias en las que el Espíritu Santo se percibía y se percibe aún, iglesias que retienen la doctrina, mas sin sectarismo. Este es resultado de su vida entera e íntegra. Finalmente se nos invita a imitar su fe, a rescatar aquella fuente original de la cual surgió el desarrollo espiritual, a saber un profundo y ferviente amor por el Señor Jesucristo y por las almas. Ellos tuvieron un profundo amor por las ovejas porque amaban primero al Dueño de las ovejas, al Pastor. ¿Acaso no es eso lo que Jesús deja entrever a Pedro? “Simón, hijo de Jonás, ¿me amas?… apacienta mis ovejas” (Juan 21:17) Gracias a Dios por aquellos pastores que nos hablaron la palabra de Dios. Algunos han partido ya, y otros continúan con nosotros. Oremos por ellos, una vez más.

–rc

 

Lectura Diaria:
1 Samuel 17:32-18:5 [leer]
/Isaías 58 [leer]
/Romanos 4:1-22 [leer]