Dios quiere recibir de nosotros nuestras alabanzas al reconocer lo que hace a nuestro favor. También quiere que testifiquemos de Él.
“Me postraré hacia tu santo templo, Y alabaré tu nombre por tu misericordia y tu fidelidad; Porque has engrandecido tu nombre, y tu palabra sobre todas las cosas.” Salmo 138:2.

Los judíos antaño tuvieron un centro al cual acudían para cumplir con la ley de Jehová. Fue el lugar designado por Él como lugar de encuentro con su pueblo donde le ofrecían sacrificios y le daban ofrendas mientras le adoraban. Por cierto los cristianos no disponemos de ningún lugar en el mundo adonde debemos acudir. Antes bien, somos invitados a acercarnos al trono de la gracia en el cielo: “acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro” Hebreos 4:16. Cuando leemos en los salmos de los fieles postrándose hacia el templo y adorando a Dios, la diferencia es que ellos tenían un lugar en el mundo y nosotros lo tenemos en el cielo mismo.

El amor de Dios y su misericordia para con nosotros deben ser siempre motivo para expresarle nuestra gratitud sincera. Diariamente Él exhibe su fidelidad en cuidarnos aún durante los días más nublados y no vemos el brillante sol de bendición. En el mundo hay oscuridad, pero la luz de la verdad de Dios la penetra e ilumina al creyente en Cristo y le hace apreciar su grandeza. La alabanza mencionada en el texto de cabecera tuvo su origen en algún momento difícil cando el autor clamó a Jehová y recibió respuesta, “el día que clamé, me respondiste; Me fortaleciste con vigor en mi alma” v.3. El reconocimiento de Dios no fue mantenido en secreto sino que fue testificado en voz alta, “Te alabarán, oh Jehová, todos los reyes de la tierra, Porque han oído los dichos de tu boca” v.4.

¿En estos días ha tenido Ud. alguna evidencia de la fidelidad de Dios? Muchos responden: ¡sí, todos los días! ¿Agradecemos a Dios por lo que hace? Dos quiere que testifiquemos de su grandeza ante otros. Las experiencias de la vida son parte de la obra que Dios hace en nosotros. Tengamos confiamos y hagamos nuestras las palabras con que termina el salmo: “Jehová cumplirá su propósito en mí; Tu misericordia, oh Jehová, es para siempre; No desampares la obra de tus manos” v.8 –daj

Lectura Diaria:
2 Reyes 9 [leer]
/Jeremias 44 [leer]
/Hebreos 11:17-40 [leer]