“Después de esto oí una gran voz de gran multitud en el cielo, que decía: ¡Aleluya!” Génesis 19:1

Ayer veíamos que lamentablemente se ha hecho una –mala– costumbre el sobreutilizar sin discernir el profundo significado de la expresión “aleluya” en estribillos, coros y canciones con temática cristiana. La realidad es muy distinta y hacemos bien en considerar el contexto en que “aleluya” se utiliza en el único capítulo del nuevo testamento, en Apocalipsis 19. La razón de alabar a Jehová con un “aleluya” conecta este pasaje con el capítulo 17 donde se presenta esta ciudad-mujer inmoral y perversa que pretende reinar con ropajes reales y un despliegue de grandeza (v. 1-4). El contraste es muy marcado pues el único soberano es Jesucristo. De él se dice en el mismo capítulo 17 “Él es Señor de señores y Rey de reyes” (v. 14). Entonces, la aclamación que dice: “¡Aleluya! Salvación y honra y gloria y poder son del Señor Dios nuestro” (Apocalipsis 19:1) es la respuesta a este intento de engaño y suplantación.

La caída de Babilonia es la razón culminante de la adoración a Dios por parte de la gran multitud en el cielo. Dios ha exhibido su poder incomparable en la destrucción de Babilonia que se sentó por un momento como la “reina” de los reyes de la tierra. La alegría y reconocimiento exultante de los creyentes y las huestes angélicas fieles al Dios verdadero se expresan en una alabanza universal: “Y oí como la voz de una gran multitud, como el estruendo de muchas aguas, y como la voz de grandes truenos, que decía:¡Aleluya, porque el Señor nuestro Dios Todopoderoso reina” (v. 6). Esta alabanza profunda, este aleluya, expresa un anhelo de los fieles de todas la edades, es una consumación que amerita una alabanza superior.

En el desarrollo histórico, por fin ha tomado el poder total el Dios verdadero, y el Cordero por fin ha ejecutado “sus juicios verdaderos y justos” (v. 2), por fin ha caído la ciudad –la gran ramera– y se ha vengado la sangre de los mártires (v. 2), por fin su destrucción es definitiva (v. 3), por fin reina “el Señor nuestro Dios todopoderoso” (v. 6), por fin “han llegado las bodas del Cordero, y su esposa se ha preparado” (v. 7). Luego, aleluya es principalmente una exclamación resonante de alabanza porque Dios reina al fin, y la gloria y el honor debidos a su nombre le son entregados a él, como corresponde. Cuidémonos de tomar el nombre de Jehová en vano. Del estudio de la escritura y su contexto entendemos que no se puede cantar o repetir “aleluya” en cualquier circunstancia, incluso en la congregación de los santos, mucho menos fuera de la esfera espiritual. Su profundo significado debe hacernos meditar y  reconocer la grandeza y dignidad supremas del Dios grande y sublime. “Todo lo que respira alabe a JAH. Aleluya” (Salmo 150:6). rc

Lectura Diaria:
Josué 20-21 [leer]
/Isaías 14 [leer]
/1 Tesalonicenses 5 [leer]