He tenido la grata experiencia de tener buenos amigos, y al mismo tiempo he tratado de ser igual con ellos mostrando interés en sus vidas y estar disponible cuando me necesitaban. Jesús dijo algo especial a sus discípulos una vez diciendo que ya no llamaban “siervos”, sino “amigos”. Aclaró que el siervo no llega a saber lo que su patrón piensa, pero los amigos intercambian planes y proyectos.

 

El hombre que tiene amigos ha de mostrarse amigo; Y amigo hay más unido que un hermano” Proverbios 18:24.

 

Todo el mundo aprecia una verdadera amistad. Tener un amigo leal en quien se puede confiar es tener una riqueza de gran valor. Poder compartir los planes y las penas de la vida con alguien es un gran alivio, especialmente cuando se sabe que el otro no va a divulgar “los secretos” y perjudicarle frente a otros. Un amigo también usa franqueza y le informa con cariño cuando algo pensado o dicho no concuerda con la realidad. Tiene que haber sido como música a los oídos de los discípulos escuchar al Señor Jesús decir: “Ya no os llamaré siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor; pero os he llamado amigos, porque todas las cosas que oí de mi Padre, os las he dado a conocer” Juan 15:15. Jesús tocó la parte medular de la amistad; los amigos intercambian ideas y pensamientos entre sí. Hay múltiples evidencias que el Señor Jesús es el Mejor Amigo, pues nos ha dado a conocer mucho acerca del cielo, de Dios, de sí mismo, de nosotros, y también nos ha dicho lo que es lo que va a hacer con nosotros en el futuro. El quiere tenernos al lado suyo pues dijo; “vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis” Juan 14:3. ¡Qué bueno es nuestro Salvador! Es un verdadero amigo.

 

Alguien ha definido un amigo como “uno que sabe todo acerca de nosotros y continúa queriéndonos.” Un reportero norteamericano dijo: “el amigo es aquel que entra cuando todos los demás salen.” Quizás una de las penas más grandes es cuando un amigo cambia, y se rompe la amistad. Judas Iscariote es un ejemplo. Se acercó a Jesús en el huerto de Getsemaní, y besó a Jesús, pero no para expresar su cariño. El beso fue una señal secreta para que los soldados ubicaran a Jesús. ¿Y qué dijo Jesús? “Amigo, ¿a qué vienes?” Mateo 26:50. No hubo respuesta pues los soldados “se acercaron y echaron mano a Jesús, y le prendieron.”

 

Antes que fuera rey, David y Jonatán se pactaron una amistad por toda la vida. Se querían mucho y Jonatán hizo todo lo que pudo para proteger a David de su malvado padre. Cuando era rey, David sufrió la traición de dos amigos. Joab, el comandante de su ejército; y Abiatar, el sumo sacerdote, quienes le abandonaron y se fueron al lado de Adonías cuando este hijo de David se proclamó rey. 1 Reyes 1:7. Tiene que haber dolido mucho a David sufrir la deslealtad de dos amigos en quienes confiaba. Tenemos que admitir que a veces hemos fallado nosotros y no hemos actuado como buenos amigos. El verdadero amigo está descrito en Proverbios 18:24: “el hombre que tiene amigos ha de mostrarse amigo; y amigo hay más unido que un hermano.” Jesús es este verdadero amigo y nos prometió: “He aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén” Mateo 28:20. –daj

 

Lectura Diaria:
1 Samuel 26-27 [leer]
/Isaías 65 [leer]
/Romanos 8:1-17 [leer]